martes, 21 de octubre de 2014

Lisboa, 12 de Octubre.

Yo no conocía Lisboa, me apetecía mucho visitarla y planeamos un viaje para el fin de semana del puente, saliendo desde Zarza. No se tarda mucho, unas cuatro horas.

Llegada a Lisboa, entramos por el el puente 25 de Abril


Pasamos una pequeña aventura, por un mal entendido con la hora de llegada y el dueño del apartamento. Como veréis el apartamento era precioso. Era el estudio de un pintor. Estaba detrás de la Catedral, en el barrio Alfama y desde la ventana se veían pasar los barcos por el estuario del Tajo.


Pero resulta... que hemos escogido el peor fin de semana para visitar Lisboa.
 Llueve, llueve, tras de los cristales...llueve y llueve...


                            

A pesar del mal tiempo..., salimos a pasear por Lisboa, aprovechando que estábamos alojados en pleno centro.

La Catedral


Paseamos por las calles de fachadas desconchadas y repletas de cafeterías con escaparates atiborrados de ricos pastelillos.
Y..., para  rematar fuimos a cenar a un bar típico donde cantaban fados mientras cenábamos, y..., allí nos clavaron...

A la mañana siguiente, después de haber dormido plácidamente y de haber puesto varias cacerolas en el suelo para recoger las goteras que caían en el ático, salimos a la calle, nos calamos  hasta los huesos,regresamos a casa, nos cambiamos y volvimos a salir. Enrique se quería quedar en casa... Es de locos... salir con este día...- decía el pobre, por si colaba...



                                            Rua Augusta

 Plaza del comercio, esperando para coger el tranvía que nos llevaría al Monasterio de los Jerónimos



Montamos en el tranvía, apretujados como latas en sardinas.


Llegamos a los Jerónimos y seguía lloviendo a mares, y mi marido seguía diciendo que él se hubiera quedado en casa...
 Después de media, o tres cuartos de hora entramos en el claustro manuelino, que a mí me pareció precioso.





 Una y no más Santo Tomás, vamos, que no me vuelven a mí a pillar en una cola de estas en la vida y menos lloviendo... (seguro que estaba pensando)



Seguimos con lluvia, camino de la Torre de Belén.




Había vendedores de paraguas... y paraguas rotos por todas partes.




Y...,, esta exquisita comida, como premio... a una mala mañana por el temporal de lluvía.
 Cuando Enrique fue a echar mano del dinero, que había guardado en el bolsillo delantero del vaquero, tenía los bolsillos vacíos.
 ¡Se lo habían mangado todo..! Probablemente en el tranvía. Nos dieron un buen atraco....


Buscando un cajero, podíamos haber ido a Praga...- nos dice..., Enrique...



Cogemos otro tranvía para ir a ver el castillo de San Jorge. Enrique se metió el dinero en el bolsillo de la cazadora, en el pecho, y echó la cremallera.
 En el tranvía yo no perdía de vista el bolso de Enrique, porque tenía muy encima a una chica un poco sospechosa, pero la sospechosa, era más lista que yo... y cuando se dio cuenta Enrique, le tenía abierta la cremallera y al descubrirla se fue hacia el conductor...
 Por, "esto..." no le mangaron por segunda vez los cuartos...
 Debíamos de llevar en la frente un cartel que ponía : "Pardillos provincianos"


Después de no visitar el castillo de San Jorge porque llovía a mares, nos equivocamos y nos fuimos a la otra punta... Fuimos a visitar el barrio del Chiado. Aquí, mi marido, que pese a las adversidades tiene muy buen sentido del humor, saluda a Pessoa y le dice, que..., encantado..., pero... que ya le han visto a él otra vez por Portugal...
Yo en cambio le digo que pienso volver otra vez..., en alguna primavera.







Sería por aquí cuando a mi hermano le mangaron el paraguas...ja,ja,ja...qué viajecito...







Ascensor de Santa Justa


 Plaza del Rossio

 Plaza de Figueira


Tomando un cafetito con ricos pasteles en el Café Central.






Carromatos, coches y tranvías con bonitos dibujos de colorines, cafés y pastelerías, en las fachadas azulejadas y desconchadas por el salitre, le dan un aspecto infantil y mágico a esta bella ciudad, que a pesar de la lluvia y de los "manguis", a mí, me ha encantado.

P/D: Cuando nos marchábamos de Lisboa, el lunes, vimos una tremenda nube negra que fuimos dejando atrás, camino a Zarza. Esa nube debió de ser la que descargó y provocó las inundaciones tan tremendas que hubo, justo, justito, en el barrio donde nosotros estábamos alojados.
¡Todavía, tuvimos suerte!- dice Enrique... Ja, ja. ja...