miércoles, 25 de noviembre de 2015

Visita a Sevilla





Hace tres fines de semanas hicimos una escapada a Sevilla. Me da vergüenza decirlo pero no conocía Sevilla.
Me cuesta un triunfo sacar a mi marido: del sofá, de casa, de nuestro entorno más inmediato.
Y cuando por fin le convenzo para visitar alguna ciudad al menos una vez al año, y accede no de muy buena gana, el pobre lo lleva como una carga pesada, con una resignación... y con un careto que  más que un viaje de recreo parece que le van a someter a una pena de  trabajos forzosos.
Ya no hablo de salir fuera de España..., vamos eso ya ni loca se lo propongo...
Trato de empatizar con él para justificarle y no mosquearme, y llego a la conclusión que debe ser muy "duro" viajar y patear ciudades y monumentos si no te gusta en absoluto.
 El caso..., que una vez puesto en faena..., yo le observo por el rabillo del ojo y veo que se interesa bastante en las visitas y que en el fondo le gusta bastante conocer cosas interesantes, porque tengo que decir a su favor que es bastante culto e inteligente, pero él me tiene que poner esos caretos para que yo no me "empique"...

Aprovechando una visita a casa de mis cuñados Antonio y Maricarmen les encasqueté el viaje:

-¿Qué tal si hacemos un viajecito a Sevilla los cuatro?

-Este verano no hemos salido a ningún sitio -me hago la mártir para dar pena-

Me miró con una cara de susto que me dio hasta pena de haberle preparado en familia la jugada maestra del viaje.
Mis cuñados que son muy majos se animaron y a la semana siguiente salimos de Zarza a las 10h, los recogimos en Plasencia y llegamos a Sevilla a las 13h después de un viaje muy cómodo y nada pesado...
 Llegamos a Sevilla después de dar cuarenta vueltas alrededor del apartamento con el coche (aquí debo decir que le honra su paciencia) y nos alojamos en un apartamento en el centro que estaba fenomenal.





Después de comer en una terraza muy tranquilitos en una placita muy agradable:
¡Hala! vamos a patear la ciudad, y en un momento llegamos a la Catedral, a la Giralda, Los reales  Alcázares...
-¿Tendremos que entrar en la catedral? -digo yo-
-¿Entrar?- me contesta-
-Mírala, si la tienes ahí...- me dice mi marido-
Como me ve que le pongo careto continúa arreglando la cosa...
-¡ Mira la catedral, mira qué grande es...!
-Ya, ya veo que es grande pero yo quiero ver el interior.
-¿El interior?
-Para qué.. si por dentro será igual que todas...
¿Para qué quieres entrar?
Mi cuñada se mea de la risa... y él sigue:
-Y..., la Giralda no es tan alta, no es para tanto...
-Pero bueno para qué hemos venido... le digo yo...













Y como veo que la gran cola da dos vueltas a la plaza desisto de esta visita y nos vamos a tomar unas tapitas, que para eso nadie pone pegas, de camino hacia el parque de Maria Luisa.
Pasamos por el hotel Alfonso XIII.
Mi cuñada recordó con nostalgia cuando hace 40 años pasó allí su noche de bodas...
 Ja,ja,ja, qué envidia, es una preciosidad.
Y a continuación fuimos a la plaza de España  que es impresionante.




















Se nos hizo de noche, cenamos y nos fuimos a dormir, y a la mañana siguiente  estaban tan derrotados que se levantaron sobre las nueve y cuando quisimos salir a la calle eran las 11.

-Es un poco tarde no nos va a dar tiempo a visitar nada...- les digo-

-¿Qué quieres ver hoy si ya lo vimos ayer todo...? -dice mi marido-

 Y continúa...:

- Mira hoy podíamos ir a conocer Córdoba que de Sevilla ya hemos visto todo lo que teníamos que ver...
 Yo ya le he puesto la cruz..., un sitio menos, una ciudad menos que visitar: Sevilla, ya..., tachada. Reconozco que me ha gustado Sevilla pero me podía haber muerto tranquilamente sin conocerla. - Me contesta el elemento-
 Y mis cuñados se ríen y asienten con la la cabeza.Tengo que decir que ellos ya conocían Sevilla.

-¡Ah¡ no,no,no... pero si no hemos visto nada...
¿Cómo  nos vamos a ir a Córdoba, si sólo tenemos tres días?
 Así lo vemos todo a medias. Ya iremos en otra ocasión a Córdoba.

Él, lógicamente, ya quería matar dos pájaros de un tiro y tachar Córdoba también.

-Ja,ja,ja... me rio por no llorar, y le digo: pero si ayer no vimos nada...

Yo sigo erre que erre... con visitar la catedral pero después de tomarnos otro café en una terraza nos dan casi las doce y las colas son más largas que las del día anterior.
Le hago caso, y pasamos de visitar la catedral, la Giralda..., pero me planto en la cola de lo Reales Alcázares y les digo que yo los tengo que visitar que hagan lo que quieran y con cara de resignación se quedan en la cola y en muy poco rato conseguimos entrar y pudimos contemplar esta maravilla.
Quedé maravillada con el palacio de yeso.
Sin duda les encantó igual que a mi pero donde más disfrutaron fue perdiéndose en el laberinto del jardín, ja, ja,ja.






















Después de comer..., la siesta..., y cuando salimos ya había anochecido..., visitamos  el museo de arte y la Torre del Oro.








El tercer día visitamos el barrio de Santa cruz  y Triana,.
Conseguí que entrara en la iglesia de Santa Ana y le entusiasmó la cripta, o eso me pareció a mi. Comimos pescadistos fritos en el mercado de Triana. Lugar que nos recomendó mi amiga María Amalia.
Por la noche fuimos al teatro a ver Els Joglars  y cenamos más pescadito frito, yo encantada porque me gusta mucho el pescado, en casa de unos amigos Julio, María y Baltasar.





























Al día siguiente nos levantamos y salimos pitando para casa.
Estaban los tres deseando llegar a casa, ja,ja,ja.
Me ha encantado Sevilla, nos lo pasamos muy bien y nos reímos mucho.
Volveré... no sé ni cómo ni cuando, ni con quién..., pero volveré...
¡Ah! de camino a casa visitamos Mérida, aquí me cargué la cámara y mi marido también le puso la cruz.