martes, 17 de junio de 2014

A un hombre amable: Antonio "Guatero"




















Le dedico esta entrada a Antonio "Guatero", a un hombre amable, generoso, cordial y familiar, que ha dedicado toda su vida a la agricultura, a sembrar, pimientos y tabaco en  la zona del río Ambroz llamada el gorronal.

Ama tanto al río, a sus vegas y a sus tierras como ama a la virgen del Pilar y a Zaragoza donde hizo la mili y fue de viaje de novios con su mujer.

En cuanto llega la primavera, siempre, desde que se levanta hasta que se acuesta, lleva en su oreja una aromática ramita de albahaca.

Y, en un bolsillo, caramelos de menta, y en el otro bolsillo caramelos de miel.

Siempre que me ve por el pueblo, si va en coche, siempre... para, y mete la mano en el bolsillo y me da un caramelo de menta:
-¡Toma, un caramelo de menta!
 A tu madre no le gustaban los caramelos picantes..., y siempre que me la encontraba de paseo con tu marido le daba un caramelo de miel.- Me suele comentar.
Fue muy buen amigo de mi padre y se tomaron juntos unos cuantos chatos...

¡Gracias, Antonio! gracias, por haber sido tan amable con mi madre.

viernes, 13 de junio de 2014

El huerto me trae muerto: ¡Sacamos las patatas!





Esta sartenada de patatas fritas ha sido la compensación por el palizón que nos dimos sacando las patatas.


Como ya comenté este año me he pasado sembrando patatas. Me han salido muy buenas pero las hubiera tenido mejor si no se hubieran apoderado de ellas la "reatilla", que es como una maraña de hilos gruesos amarillos que se reatan a la patatera y les chupa el alimento a la planta.
Tengo que enterarme como echarlas del huerto de manera ecológica.
Y por otro lado están mis amigas las hormigas que me persiguen a todas partes y me gustaría perderlas un poquito de vista, también de manera ecológica.






¡Déjate de fotos!  y ¡ Saca patatas!








Ahora no lo creo,  lo confirmo, que el trabajo del campo es el más duro de la faz de la tierra.
Y siento gran admiración y un respeto absoluto hacia los trabajadores del campo.
Yo esto lo hago por gusto, pero no creo que pudiera estar todo el día como jornalera, ya que he pasado por todas las posturas habidas y por haber sacando las patatas:
-Agachada con las piernas rectas
-Agachada con las piernas flexionadas.
-A cuclillas
-A sentadillas
-De rodillas en la tierra
-Sentada.
Sólo me ha faltado echarme a lo largo del surco.
Pero ya ha pasado lo peor, ahora sólo queda quitar  malas hierbas y seguir recogiendo la cosecha.

martes, 10 de junio de 2014

A las ricas cereeezas...



Es tiempo de cerezas, siempre ha sido mi fruta preferida. Para mí es un placer meterme una cereza en la boca y paladear su intenso sabor agridulce, mientras mastico su jugosa y crujiente carne, y escupir el pipo lo más lejos posible, si voy comiéndolas por el campo.

Me da lo mismo su origen. Si se tienen bien ganada la fama las del Jerte..., no menos buenas son las del Ambroz, las de las Hurdes o las de la sierra de Salamanca. Todas de por aquí cerquita.
Éstas, de la foto, son de Mogarraz, nos las regaló un amigo.

Me encanta el tiempo de cerezas. Siempre relaciono las cerezas con la llegada del verano, las vacaciones y la alegría de vivir.
Recuerdo cuando era niña que en el mes de junio no teníamos clase por la tarde y comenzaban las tediosas y horrorosas siestas..., y a eso de las cinco de la tarde una voz cantarina y melodiosa nos hacía saltar de la siesta a la calle:
_Cereeeezas..., a las ricas cereeezas...
-¿A cómo las vende... buen hombre?- le preguntaba mi madre.
-Baratas..., buena" mujel".
Le contestaba un hombre, delgado, pequeño y mayor; vestido con pantalones de pana, camisa blanca remangada, jubón negro y sombrero de paja en la cabeza.
 De aspecto cansado, y muy serio, con una mano iba tirando de un burro que llevaba los serones llenos de ricas y perfumadas cerezas, escondidas debajo de hojas frescas de helechos.
En la otra mano llevaba una pesada romana de hierro, un poco "orimienta".

Mi madre sacaba un "cenacho" y le decía: eche dos kilos, buen hombre.
Iban acudiendo las vecinas y los niños nos arremolinábamos alrededor del burro, que movía la cola incesantemente espantando a las pesadas moscas, y a nosotros.
Acto seguido cogíamos un ramillete, adornábamos nuestras orejillas con preciosos y delicados pendientes de cerezas gemelas, bailábamos en la calle a "tentepalo" y jugábamos a escupir el pipo más lejos.

Y, seguía oyéndose..., a lo lejos, en la tarde tórrida y sesteante, la voz cansada, melodiosa y cantarina:

-Cereeeezas... a las ricas cereeezas "jurdaaaanas".

martes, 3 de junio de 2014

Tito Sánchez: de oficio Pastor






Quiero dedicarle una entrada de este blog a Trinitario Sánchez Nani, más conocido como Tito; amigo y vecino de Zarza de Granadilla.
Me cuenta Tito, que nació en el  monte en Mohedas y fue bautizado en Guijo de Granadilla.
Su padre se llamaba Hilario y su madre Domitila.




Nació en el año 1938. A los seis meses sus padres se vinieron al Lindón a trabajar como pastores con la familia de los "burrancos". 



Tito, como buen hijo y nieto de pastores, a la temprana edad de los siete años ya cuidaba un rebaño de ovejas. 
Nunca fue a la escuela, de niño nunca pudo leer un cuento, los cuentos se los contaban oralmente sus padres u otros pastores. Pero dice con mucho orgullo que aprendió a leer y a escribir a los 21 años en la mili. 
Fue una satisfacción muy grande escribir a sus padres la primera carta, la cual leyó su madre ya que su padre tampoco sabía leer.
Cuenta Tito que no aprendió a hacer "cuentas..." pero que de cabeza saca y resuelve todos los problemas de sumas, restas, multiplicaciones y divisiones que se le planteen.
Aprendió las reglas de una forma natural: juntando y separando, cabras y ovejas en los rebaños que el cuidaba.




Además de cuidar de las ovejas del "amo" también cuidaba la "excusa del pastor" que eran 30 ovejas y 5 cabras que eran de su propiedad. 
Otra tarea de Tito era la montanera que consistía en  sacar por las mañanas a los guarrapos gordos  y a los guarrapinos pequeños que se llamaban los :"malandares", que le hacían correr mucho detrás de ellos. 
Su padre ganaba de jornal 3 duros y una fanega de trigo al mes; con este salario y con la "excusa del pastor" salían adelante malamente..., pasando muchas fatigas y calamidades en aquellos años duros de posguerra
En sus jornadas largas y solitarias de su profesión de pastor, Tito, siempre, como ahora, llevaba una navaja en la mano y hacía manualidades con madera, corcho y mimbre:
Cesta, cucharas, cuencos, cayadas, tapaderas, tapones, tajos, jaulas, zancos, tirachinas, "peonas", garronchas y algún juguete de arrastre.



También me cuenta Tito que alguna noche, en la caseta, a la luz del candil, mientras desgranaba maíz, su padre tocaba la flauta y el tamboril. Instrumentos musicales que él mismo hacía y que los tocaba con gran soltura y alegría, lo  mismo tocaba una jota que cualquier canción popular.
 Aún recuerdo a tío Hilario un hombre bueno, cariñoso y sonriente; le recuerdo en San Miguel cuando le llevaba la leche de las cabras a mi abuela en los cantarillos de lata que iban tintineando alegremente en las aguaderas de la burra.
 Y también le recuerdo cuando tocaba la flauta y el tamboril el día del Cristo y el día de San Antonio, y como acompañaba durante todo el día, para arriba y para abajo, a los quintos cuando corrían los gallos.





Pero la mayoría de las noches, continúa diciendo Tito, las pasaba solo en la finca, en la parte de la "Tamuja gorda", cuidando las ovejas días y noches para que no se las comiera el lobo. 
Cada día montaba el chozo móvil, llamado la "garita", al lado de las "angarillas", corral al aire libre de las ovejas.
A menudo, antes de salir el sol, los perros ladraban y allá en el horizonte se veían acercarse a dos lobos, dice Tito que siempre iban en pareja y que eran muy listos, uno entretenía a los perros y mientras tanto el otro se llevaba una oveja.  
Al día siguiente, cambiaban de lugar y así el rebaño iba estercolando las fincas, para más tarde ser sembradas.


(Este pastorcillo de la izquierda bien pudo ser Tito, no lo creo, pero pongo la foto, para que veáis como los niños eran pastorcillos a muy corta edad. Esta foto se la hizo mi tío Pablo a mi abuela y a sus hijos en San Miguel)



Se le ilumina la cara a Tito, y sus ojillos de pajarillo vivaracho se nublan cuando recuerda que en invierno, cuando el arroyo de San Miguel llevaba una gran crecida de agua, cruzaba al rebaño montado encima del carnero agarrado a sus grandes cuernos enroscados.
También recuerda con temor el día que una gran tormenta mató a 30 ovejas y a la perra.
 Cayó el rayo justo en el alcornoque donde estaban echadas a la sombra y dice que ellos se salvaron de milagro..., porque al ver que unas ovejas corrían despavoridas ellos también corrieron.
Unos días más tarde, cuando el fuego se apagó, se acercó al alcornoque y buscó la "piedra negra"; la encontró y la ha tenido hasta hace poco que le ha desaparecido.
Yo nunca había oído hablar de esas piedras negras, me dice Tito que caen del cielo con los rayos... 

Continúa contándome que lo más duro en su vida de pastor era la época de la trashumancia, cuando llevaban a pie, a principios de verano, a los rebaños de ovejas hacia Castilla.
Por las indicaciones que me ha dado hacían la ruta por el camino de la plata.
Tardaban 7 días en llegar a a los prados frescos de la provincia de Ávila.
Sus botas eran unas albarcas que su padre le hacía de goma de neumáticos y una manta de lana, que cada año le regalaba el amo, como ropa de abrigo.
A pesar de de esta vida de pastor tan difícil y solitaria, Tito dice que jamás pasó miedo, él no conoce el miedo. 



A los 15 años dejó los rebaños y se puso a arar con las yuntas de bueyes.
También trabajó en la fábrica de ladrillos cortando jaras y metiéndolas en el horno. Pero seguía viviendo en la caseta del Lindón e iba allí todas las noches a dormir.
 Más tarde, a los 23 años, ya trabajaba en San Miguel, arando ya con mulos, y finalmente araba con el tractor hasta su jubilación. 
Cuando pudo se compró una bicicleta con la que iba y venía del trabajo a la caseta del Lindón. Estaba Tito tan unido a su bicicleta, que cuenta que a veces se quedaba dormido pedaleando.
Solamente se cayó una vez que iba dormido y le pitó un camión y al despertarse se cayó.


Tito no solo sabe hacer cestos, cucharas de palo y jaulas también conoce toda clase plantas curativas y hace cremas para las heridas con la "yerba del gitano".
También arregla "torceuras" de tobillos y muñecas y quita verrugas.
Este don lo heredó de su abuelo, que como ya he dicho también fue pastor y además curandero. Vivió 110 años a pesar de que le cayó un rayo y le dejó sin un brazo. Su abuelo era conocido como el curandero Manco. 

















He querido, así a grandes rasgos contar la vida de Tito porque me parece muy interesante que quede reflejada de alguna manera la vida de  una persona, anónima y valiente, que han trabajado mucho y que a pesar de haber tenido carencias de todo tipo vive, ahora, feliz. con sus pajarillos, sus hierbas y sus manualidades.
Casi todas las manualidades que realiza las hace con materiales reciclados, alambres, palos que recoge del campo, cintas de los palets de ladrillos, que él aprovecha para hacer esas bonitas cestas.
Preciosas cestas que Tito me ha regalado para recoger las hortalizas del huerto.
Sería interesante que todos estos conocimientos de Tito fueran aprovechados por la sociedad y le invitaran a impartir talleres para niños y adultos.