Estas navidades hemos tenido en Zarza un tiempo fantástico y mi tiempo libre, como siempre, lo he dedicado a pasear en "Círculo" por nuestro bellísimo paisaje.
He intentado retratar a las grullas pero no he conseguido acercarme a ellas más de lo que yo hubiera querido. Si queréis verlas debéis hacer doble clic en las fotos...
Es una gozada pasear, en esta mañana mágica, por el encinar entre la fría escarcha y el carámbano de los regatos.
Y ver a las vacas como esculturas, clavadas al suelo, pastando entre palomas bailarinas.
Y poder contemplar a las delicadas y finas Grullas viajeras. Bellas y esquivas comiendo bellotas en el encinar
Y también me sigue impresionado ver estos magníficos alcornoques centenarios con los brazos abiertos como pidiendo auxilio para que no les dejemos morir por la "seca".
Y aquí..., siguen, otras grullas, como bellas señoritas de cuello largo gritando sin parar y sin perder la compostura.
Y en las aguas serenas del lago patinan patos y gansos.
Y en la Laguna nadan plácidamente patos de algodón de azúcar.
En las praderas verdes me posa una vaca enormes con orejas de peluche.
Por el camino me encuentro con una cabra vieja, rezagada, preñada, cansada y mohína.
¡Pobrecilla, qué peso lleva!
¿Se puede ser más cateto...?
Se necesita ser "capullo", por no decir otra palabra.
Afortunadamente me encontré pronto con "Bambina" y el Caballo alegre... para poder quitarme de la cabeza al pobre ciervo decapitado por el cazador cateto.
Precioisa "Bambina", como yo la llamo, que un día siendo bebita se acercó a las cabras y se quedó a
vivir con ellas.
Primero, "Bambina", me posa y después se echa para que le rasque la barriga como si fuera una perrina. ¿Se puede ser más tierna?
Al fondo la sierra de Hervas como una tarta coronada de merengue.
Seguimos por caminos de cabreros, dormidos en el tiempo, oliendo a jaras, tomillo, cantueso y romero.
Cuando ya regresamos al pueblo, ellas, las grullas se van pulcramente alineadas a dormir al pantano.
Regresamos por la carretera vieja de Granadilla, que como veis la han arreglado y ahora se camina estupendamente.
Con esta bella, sutil y delicada pluma que me han dejado las grullas escribo:
Queridos Reyes Magos, gracias por haberme permitido nacer en este bello valle esférico lleno de vida y les pido que aleje de este valle a cazadores desalmados y catetos que no les importa matar a un ciervo solamente por colgar en su salón la cornamenta...