Caracol, col, col...
Saca los cuernos al sol...
Que tu padre y tu madre ya los sacó...
En la finca de los "Tejaritos"( bonito y entrañable nombre), a la izquierda, donde se iniciaba el camino de San Miguel, y por donde tantas veces pasábamos mis primos y yo, Maxi Fontanez y Toñi han montado una granja de caracoles, cuya actividad ganadera se denomina con el extraño nombre de "Helicicultura".
En Zarza hemos conocido granjas con ovejas, cabras, cerdos, vacas... pero de caracoles jamás de los jamases..., y cuando me enteré que Maxi la había montado me picó la curiosidad y me hacía ilusión visitarla, porque siempre me han gustado los caracoles, tan finos y delicados, con sus cuernos tan sensibles... y, siempre, con su preciosa casa a cuesta.
¿Quién no ha cogido un caracol de niño y le ha cantado la famosa canción del inicio de esta publicación?
Yo creo que todos hemos cantado esa canción alguna vez, pero la canción no está muy acorde con la realidad de estos pequeños moluscos, porque realmente no les gusta para nada el sol.
Durante el día permanecen escondidos entre el follaje, evitando los rayos solares y al atardecer es cuando salen de sus escondites y de sus conchas.
Cuando llego a la granja me encuentro con Maxi, Toñi y su pequeña niña. Y como digo la granja está ubicada en el bonito lugar de los "Tejaritos".
Está construida con estructuras metálicas y mallas apropiadas para crear dentro del habitáculo un ecositema de tal manera que sea el más idóneo y propicio para el buen desarrollo de los caracoles.
Me sorprende la gran extensión tan bien estructurada, tan limpia y aseada, tan diáfana y tan moderna.
Es como un amplio, ordenado y fresco jardín de tréboles, donde se esconden los caracolillos, copulan y entierran sus huevos.
Tienen un sistema de riego por nebulización, y además contiene refugios para los caracoles y banderolas por donde trepan como si fueran paredes de pizarra.
Me comenta Maxi que la idea de montar este criadero fue como una alternativa a su trabajo, ya que esta explotación es temporal, de Marzo a finales de Septiembre.
Y que es un proceso lento que requiere mucha paciencia y dedicación, pero es un negocio bonito y rentable a la larga.
Para iniciar esta actividad, una vez montada la instalación, con todo en perfecto estado, compró unos miles de alevines, los cuales con una buena alimentación a base de piensos de maíz, cebada, vitaminas y carbonato cálcico, poco a poco se van desarrollando, y pasando por el tamaño de "garbanceros" hasta alcanzar el tamaño de adultos.
Llegando a su máximo desarrollo cuando tienen el labio o visera endurecida.
Además de la buena alimentación es indispensable un ambiente húmedo casi constante pues el caracol sólo sobrevive en ambientes con un alto grado de humedad.
Una vez alcanzado el grado de maduración y tamaño el caracol es recolectado en pequeñas nasas, y después de un pulcro proceso de desinfección y limpieza están listos para ponerlos en el mercado.
Me comenta Toñi que estos caracoles tienen la carne más blanca y tienen mejor sabor que los salvajes. Ella ya los vende hasta guisados y creo que están exquisitos y además es una fuente muy rica en proteinas.
Es reconfortante ver como un matrimonio joven de Zarza se embarca en esta aventura, que según he podido leer a la larga resulta bastante rentable porque ademas de su venta como carne tiene otros subproductos como son las huevas que son tan exquisitas como el caviar y además las babas son recogidas para hacer cremas en cosmética.
Ellos están en el proceso de inicio, y yo les deseo muchísima suerte para que lleguen a completar el ciclo.
¡Suerte!