Hoy, como siempre que puedo, me he dado un buen paseo por la dehesa, que en invierno está especialmente hermosa.
La vista se recrea en este hermoso día soleado al contemplar los troncos de las encinas llenos de musgo y líquenes; las praderas verdes coronadas con escarcha de la gran helada que ha caído esta noche y encharcadas por pequeños regatos, que la surcan.
Margaritas tímidas y confundidas por haberse adelantado una estación.
Las grullas volando como planeadores, debidamente organizadas y graznando escandalosamente.
Las cabritillas saltarinas comiendo hierba fresquita y bellotas, alegrando la mañana con su tilín, tilín...
Y las vacas gordas y parramplonas pastando tranquilamente en la pradera, mirándote como ningún animal mira a los humanos y contoneándose pausadamente con su tolón, tolón.
Después de este precioso paseo por la dehesa al llegar a casa he preparado para comer un simple pollo frito, sabrosito y rico.
No tiene ninguna dificultad, el pollo troceado y salado lo he puesto a freír en aceite de oliva con unos pimientos rojos, que tenía congelados del verano y unos dientes de ajos.
Eso, sí, lo he frito en una vieja sartén de hierro y con fuego de gas butano, que siempre queda mejor que en fuego eléctrico.
Y nada más, bien doradito..., y a comerlo con una ensaladita de lechuga.
¡Salud!
1 comentario:
Te felicito por el blog, las recetas son geniales.
Un saludo y te deseo mucho éxito en todo.
Oliver
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