martes, 27 de septiembre de 2011

LA CHARITU (4)



La Charitu  sigue ronroneando...
 Empieza a estar un poco harta de todas estas bobadas con su marido, no son más que bobadas y tontadas, como le  dice su madre..., no debes hacer caso a tu amiga Nena, que no te caliente esa la cabezaaaa, que ella  no es más que una " hippilondia" que no la aguanta ningún hombre.

Huele las margaritas, respira hondo y entra en una cafetería de la plaza, ha quedado allí con Nena.
Nena está en la barra sentada en un taburete, hablando con el camarero muy amigablemente.
Nena es una mujer grandota de rasgos fuertes y angulosos, boca grande con sonrisa permanente, pelo corto, canoso y alborotado estratégicamente, que le da ese aire desenfadado y atrevido, habla mucho y gesticula al mismo tiempo y sus manos se mueven nerviosas.
Es muy agradable, siempre tiene conversación y suele ser el centro de atención en el círculo de amigos.
Todos quieren a Nena y Charitu la que más; son amigas desde que estudiaron en el colegio de monjas y son inseparables a pesar de que son completamente distintas en casi todos los aspectos de la vida.
Nena ha entrado ya en la cuarentena, estudió derecho y tiene un despacho de abogados cuya especialidad son los divorcios.
El primer divorcio que resolvió fue el suyo, estaba casada con un buen sindicalista, muy progre él, sobretodo de boquilla, pues a la hora de compartir tareas y obligaciones caseras se escaqueaba siempre que podía.
 Siempre estaba reunido, decía Nena, sólo coincidían en la cama por las noches, un polvo rápido y hasta el día siguiente a la misma hora.
Pasado un tiempo decidieron, en común acuerdo, terminar la relación, él lo pasó peor que ella, no entendía por qué tenían que separarse, pues así les iba muy bien, le repetía él, muy afligido.

-Me tomo un café rápido y me marcho, dijo Charitu a Nena.

-¿Por qué tanta prisa?

-Saborea un poco  la vida hija...

-¿ No te das cuenta que el tiempo pasa y nos estamos haciendo mayorcitas...?

-Hay que disfrutar de todos estos momentos, del cafetito, del cigarrito,  de la tortillita de patatas...
Que el día que menos te lo esperes la salud te juega una mala pasada y entonces no tendrás elección posible.

-Tienes mucha razón Nena; pero yo tengo que ir al bar a preparar los pinchos para las doce, es la hora que empiezan los almuerzos y mi marido no da a basto él solo.

-El "güevón" de tu marido que se joda y prepare los pinchos él solo.

-Mira... ya  le estoy viendo..., con el palillo en la boca y el mando de la tele en una mano y sirviendo un vino en una copa, sin mirar al cliente, mirando al televisor como si le estuviese sirviendo el vino a Ronaldo...
No se puede ser peor profesional..., al cliente le gusta que le miren a la cara cuando le están sirviendo y que le den un poco de conversación.

-De acuerdo, de acuerdo tú... ganas..., me fumo otro cigarro y me marcho.

Cuando salió de la cafetería Charitu dio dos besos a Nena y se despidieron hasta el día siguiente.
Camino del bar se encontró con Pilina una  vecina que ha enviudado hace dos años y hasta hace poco tiempo no ha empezado a respingar.
 Otra víctima más de la dependencia "Marital". Se casó  muy joven y tuvo tres hijas y hace escasamente dos años, Braulio, que así se llamaba su marido, tuvo un accidente con el camión y murió en el acto.
La Pilina tuvo una locura transitoria que le duró seis meses, todos los sábados por la noche se arreglaba con sus mejores ropas y tacones altos y les decía a sus hijas adolescentes:

 -Me voy a buscar a vuestro padre a la cochera.

-No nos esperéis a cenar... Ahí os dejo cena hecha.

-Nosotros iremos a picar algo por los bares de la plaza y después iremos a baile de salsa.

Salía a la calle, se acercaba a la cochera, se quedaba allí inmóvil unos minutos y después continuaba camino de la plaza.
Se paraba en cada una de las puerta de los bares a los que  a ella le hubiera gustado ir con su marido.
Lo mismo hacía al llegar a la sala donde hubiese querido ir a baile de salsa, miraba la puerta con cara de estar totalmente ida y al rato se volvía andando despacio y hablando sola a su marido, diciéndole, que la próxima vez tuviera más cuidado que le había pisado el pie en la última vuelta.
Las tres niñas, sus tres hijas, la seguían en silencio detrás ella y calladas, subían a casa y la acompañaban al dormitorio y la ayudaban a desnudarse.

La Charitu ayudó mucho a la Pilina y a las hijas cuando ocurrió el trágico accidente.
También la consolaba  muchas veces antes de que muriese el marido, cuando se quejaba contantemente de que no salía de casa,  y en esos momentos la  Charitu le decía: pero mujer..., comprende a Braulio, no entiendes que viene muy cansado de tanto viaje...

 Braulio era camionero y se iba los lunes de madrugada y regresaba los viernes por la noche, se pasaba la semana fuera de casa y de lo que menos ganas tenía era de salir de casa y mucho menos de estar recorriendo bares y menos aún de ir a bailar salsa, como continuamente le reprochaba la Pilina, diciéndole que nunca la sacaba de casa..., que podían hacer como su amiga Fati, que iba todos  los fines de semana a clases de baile de salas con su marido.

Y, Braulio siempre le contestaba lo mismo:

 Ése..., porque es un mariquita pantalón...

Afortunadamente la Pilina se ha ido recuperando y se apunta a todo tipo de actividades culturales que programa el ayuntamiento, totalmente gratis.
Al despedirse Pilina le  comenta a la Charitu que ha empezado  a ir clases de "infolmática" y que se ha puesto "laintelné" en casa y que está conociendo a mucha gente.

-Charitu, le dice, tú deberías hacer lo mismo, ponte "laintelné" verás como te entretienes... y te cambia la vida...

Continuará...

2 comentarios:

luz dijo...

Brigi, me parto. Esto parece un serial, como se decia antes (ahora es culebrón).... Me imagino a los personajes.... Cómo acabará la Pilina!!!, con lo tontona que se puso cuando se quedó viuda.....

Brígida Seguín Hernández dijo...

Luz esto es la vida misma, tu lo has dicho un culebrón....que no ha hecho más que empezar....
Tatachaannnnnn....