martes, 5 de junio de 2012

Relatos de verano: "La Depilación"






A la mayoría de las mujeres españolas nos horrorizan los pelos, o por lo menos a mí y a mis amigas. 
En estos momentos y más cuando éramos jóvenes, ahora, que se acercan las fechas de ir a la playa, piscina y al río comienza nuestro calvario.
Sobre todo las que no hemos entrado  de lleno todavía en las modernas depilaciones de "Laser Diodos" 
¿Qué..., qué demonios será eso?, que dicen que son indoloras pero de indoloras no tienen nada...
O yo debo de ser muy delicadita..., como dice mi marido que soy como la princesa  del guisante...

Yo, que ya voy siendo bastante madurita he pasado por casi todos los métodos de depilación habidos y por haber...
Comencé a depilarme allá por los años 60 largos...
Era yo una niña feliz hasta que una enorme pelambrera, al principio dorada, y más tarde "renegría", comenzó a apoderarse de mis largas e interminables piernas.
Todo empezó quitándole a mi padre una "agucinilla", y..., detrás del transformador de la luz, allí mis amiguitas y yo nos introdujimos en la ya imparable tarea de depilarnos.
Primero fuimos a buscar unos cardos de esos que pican de morirse, no íbamos muy lejos,
en Zarza había y hay cardos borriqueros por cualquier rincón.
Al cardo había que quitarle todos los sépalos o pétalos secos con los que nos dábamos unos buenos pinchazos y así..., hasta que nos quedaba una bonita brocha muy suave.
Con una raspa de jabón casero, la brocha rudimentaria, la “agucinilla” y sin maquinilla.
 Cogida a pelo  la "agucinilla", con dos dedos, inicíabamos nuestra primera depilación.
Mojábamos el cardo borriquero en agua, lo enjabonábamos y nos lo aplicábamos en las piernas,  y con la cuchilla cogida entre los dedos íbamos depilándonos (más bien degollándonos).
El resultado era una buena “escabechina”:
Las piernas, llenas de cortaduras, sangraban  por diferentes puntos donde posiblemente habríamos cortado algunos granillos.
Para que se detuviera la sangre nos pegábamos trocitos papel de fumar de “librito”.
Las primeras veces las piernas quedaban suaves y lisitas que daba gusto verlas.
Permanecíamos escondidas hasta que podíamos quitarnos los papeles de fumar de las piernas.
Pero en cuanto aparecíamos en casa se daban cuenta de la "degollina" que llevábamos en las piernas y la bronca era tremenda:
-Pero so..., booooba, a quién se le ocurre..., ahora te van a salir los pelos como cañamones  y ya  no vas a parar de depilarte en toda tu vida... -Me decían.


Después del broncazo, cuando volvió a salir la pelambrera, se me ocurrió teñirme los pelos de las piernas de rubio.
Así que, cogí el bote de agua oxigenada, y me la eché a chorros por las piernas y se me quedaron las piernas como las de una “guarrapina colorina” con toda la pelambrera rubia y las piernas rojas, con manchones blancos...,  que me picaban a rabiar...
Los pelos rubios se veían más que los negros, así que con las piernas metidas en una palangana con agua y una piedra pómez, restregaba hasta que los pelos por la fricción se iban cayendo y la piel, por supuesto, también...


Al verano siguiente, el método del teñido hizo que la pelambrera creciera y se multiplicara por un millón de pelos...
Por tanto decidí por mi cuenta entrar en el tercer método de depilación:
El método Taky, que consistía en aplicarte un líquido amarillento que olía a mil demonios..., como a ratas muertas.
No sé qué producto sería y de qué demonios estaría hecho.
Mis hermanas lo utilizaban y aunque lo hacían en el desván, olía toda la casa que apestaba.
Había que aplicar el líquido con un "guisopo" en las piernas y mantenerlo en las piernas un tiempo prudencial porque de lo contrario había peligro de quemaduras, y es de suponer que yo no calculé bien el tiempo porque  me quemé..., pues como todo lo hacíamos a escondidas..., y sin reloj..., y lo desastre que soy yo para seguir cualquier indicación...


El cuarto método llegó con las cremas depilatorias parecidas al líquido anterior pero ya más suaves y menos apestosas.
Se aplicaba la crema con una espátula, esperaba hasta que veía al pelo retorcerse y quedarse “arrugao” como una culebrilla, y a continuación pasaba la espátula e iba recogiendo la pelambrera.


El quinto método utilizado fue la CERA:
 ¡Horror! ¡Qué dolor¡
Pero decían que era más efectivo..., que el pelo tardaba más en salir y que salía más débil...
Al principio vendían unas pastillas de cera  de color miel que había que calentar al fuego, para que se derritiese, en un cacillo viejo e inservible.
Había que calentarlo en la cocina de butano, y muchas veces si no estabas pendiente se te derramaba..., y  despegar la cera de la cocinilla te costaba dios y ayuda, además de una buena bronca por el malísimo olor que dejaba en la casa.
Una vez que la cera se había derretido me subía con el cacillo al desván, bueno nos subíamos todas las amigas; este método ya lo hacíamos en grupo.
Recuerdo la primera vez que mi amiga me untó de cera la pierna de arriba a bajo, para acabar más pronto; esto lo hacíamos a la hora de la siesta, antes de ir a bañarnos al río.
Bueno..., pues cuando fue a despegarme la cera no se arrancaba, se había solidificado en mi pierna,  y me había dejado mi pierna como escayolada de una asquerosa cera de color marrón, llena de "escurriajos".
 Sobre todo en la zona de la rodilla. Me tuve que ir al río con la cera pegada y allí a base de pellizcos fui quitándomela, poco a poco y me quedaron las piernas llenas de moratones.
Horrible, lo de aquella cera...., era, sencillamente, una tortura china. Primero  por lo que quemaba y segundo el dolor tan espantoso al dar el tirón.
Más tarde ya vendían la cera en tarrinas, era de color verde y quemaba menos pero para mí..., seguía siendo espantosa...



El sexto método de tortura depilatoria menos agresivo y más ligerito era la cera fría.
Yo como siempre lo probaba todo... 
¿Cómo no iba atreverme con este nuevo método?
Compré la cera fría que consistía y creo que sigue consistiendo  en unas tiras de papel de celofán impregnados de una cera que parece miel.
Recuerdo que me puse las tiras de papel y como ya en esos tiempos los pelos eran como cañamones, y salían de dos en dos, tiraba del papel y salía completamente limpio de pelo y paja. Lo volvía a intentar varias veces hasta que me llevaba la piel intentando quitar todo el "repegoteo" asqueroso de la cera, que sólo salía con un algodón mojado en alcohol con el consecuente escozor que producía en mi delicadita piel.


El séptimo método de depilación allá por los años 80 fue la famosa y revolucionaria "Epilady", que era un artilugio que tenía un alambre retorcido en espiral a modo de resistencia, que al conectarlo a la corriente giraba el alambre-resistencia y atrapaba los pelos, y en ese mismo instante se te oía  gritar hasta en la luna...
Unos años más tarde la perfeccionaron y sacaron la depiladora a semejanza de la maquina eléctrica de afeitar masculina.
Tengo que decir que esta ya  la aguanté mejor o es posible que mi piel ya estuviera curtida después de tanta "chichina". 


El octavo método de depilación ya en los años 90 la depilación eléctrica,  más efectiva y ya hecha por profesionales...
Pero las torturas chinas se quedan chicas al lado de ella.
La, descarga eléctricas que te daban para matar el vello, pelo por pelo..., te hacía ver las estrellas del firmamento.

 ¿Quién me dice a mí que eso de la depilación no era y es  una tortura?

Y ya por último la depilación " Laser Diodo" (palabras mayores), que por lo visto es la más efectiva y menos dolorosa pero a mi me sigue doliendo.

No se si me dejaré algún método en el tintero... 

¡Ah, se me olvidaba! la inseparable pinza de depilar, no conozco a ninguna mujer que no tenga unas "Pinzas".
Pero estas siempre como complemento de los otros métodos de tortura-depilatoria. 

Hay mujeres que no se depilan y están tan felices, pero por desgracia yo no soy como ellas y no me gustan las pelambreras así que a sufrir se ha dicho...

¡Hay que ser toooontaaaaa...!

Yo pensaba que los chicos eran más listos porque no se depilaban, pero ellos ya están empezando a caer en la trampa...
Los veo en la piscina climatizada perfectamente depilados...
No saben donde se han metido...


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola ,
La verdad que cuánto sufrimos por los dichosos pelos !!!
Me acuerdo cuando subías al sobrao con la cazuela de cera y yo no quería ser conejillo de indias ... aunque luego he pasado por casi todos los métodos.
Un besazo .
Mariche.

luz rodriguez garmon dijo...

Yo no he sufrido tanto como tú, porque no he sido muy "pelúa", pero así y todo... Recuerdo una vez que había un cóctel en la empresa donde trabajaba. Yo me puse una minifalda, y antes me había afeitado con la "navaja" de mi padre, que no estaría muy afilada, y me hice una escabechina.. Iba yo mona, con mi minifalda y mis piernas todas "arañás", Y cuando usé la cera caliente por primera y única vez, me echó mi hermana la mayor un guisopazo en toda la pierna, y fue tal la quemazón, que salí corriendo y aullando, que me faltaba calle para correr, y mi hermana llamándome "Luz, ven, ven...muerta de risa, porque cuanto más tardara, más me dolería. Luego ya siempre utilicé las cuchillas desechables de un sólo uso, que a mí me duraban varios... Ahora con la menopausia me ha desaparecido el vello de los brazos y piernas, parezco una niña recicén nacida... Estoy feliz.

Anónimo dijo...

Hola Brígida. Ayer fotografié una pintada en una casa de belleza (depilación/manicuría) en City Bell (Provincia de Buenos Aires, Argentina).
Me dieron ganas de incluirla en mi blog, junto a tu obra. Para ello te pido autorización. La foto que te menciono es esta
https://lh6.googleusercontent.com/-zntUcDGZcuY/UjUN7VY8MqI/AAAAAAAAA7M/SQ_zMywx6uI/w811-h598-no/DSCN3640.JPG
Gracias

Brígida Seguín Hernández dijo...

Estas autorizado para poner la publicación con la foto que has hecho.
Encantada de conocerte.
Saludos.

Anónimo dijo...

¡Gracias Brígida!
http://elsudacarenegau.wordpress.com/2013/09/16/dejense-ser-libres/