lunes, 17 de febrero de 2014

Un paseo entre aves, cabritillas y mucha, mucha agua...






Ayer hizo en Zarza un día espléndido, la lluvia nos dio una tregua este fin de semana, y el sábado salí a recorrer las "siete partías", como dicen en mi pueblo.











Primero, me fui al huerto a ver como van mis ajos y mis lechugas, y cogí mi primera lechuga de la temporada.
Allí me encontré con mis amigos hortelanos que estaban estupefactos por la faena que les había hecho la riada del arroyo.
 Les había tirado toda la pared y la alambrada.
Julio decía que este año no iba a sembrar el huerto porque si araba y removía la tierra y venía otra "crecía" el arroyo se llevaría toda la tierra.
No sé..., pero es posible que sea el primer año que no siembre su huerto y no creo que se resista a no sembrarlo.
 Esperemos que confederación o a quién corresponda le solucionen pronto la papeleta.















Como ha llovido tanto, los prados están encharcados de agua y las cigüeñas moleñas estaban muy entretenidas con sus juegos amorosos en el nido..., que está al ladito de nuestro huerto.
De vez en cuando daban un respingo y salían del nido a dar una vuelta, y, planeando, se posaban en los prados anegados, clavaban sus picos en el fango, cogían lombrices o batracios y volvían a emprender el vuelo hasta el nido.
Yo estuve un rato embobada mirándolas, como ahora no se puede hacer nada en el huerto....




Después me fui camino de la dehesa y me encontré con esta ovejita de ojos de cordero degollao como guardiana de la casita.

Seguí mi camino y me encontré con esta preciosa ternerina , que asomaba su cabeza por los barrotes para que le acariciara el morrito.

Me habían dicho que las aguas de las colas del pantano estaban hasta las encinas, así que me adentré en la dehesa y camino de allí me encontré con un pastor:
 Alejandro Andrade. Estuve un rato largo hablando con él, es un hombre muy amable y simpático, me dijo que él había nacido en Granadilla, que se vino a Zarza cuando tuvieron que abandonarla en los años 50. 
También me dijo que tuvo la suerte de casarse con una chica de Zarza, y dice, que tuvo suerte porque en aquellos tiempos las mozas no querían a los cabreros...
Más tarde se marchó a vivir a Madrid y allí trabajó duramente de pocero, pero gracias a eso pudo sacar adelante a sus 8 hijos, que dice, que ha tenido mucha suerte y le han salido unos hijos muy buenos.
Cuando se jubiló se vino a Zarza y volvió a retomar el oficio de pastor que tenía en Granadilla antes de la expropiación, pues le encantan los animales y ahora, aunque está un poco cojillo, ayuda a su hijo en lo que puede.
 Me enseñó sus preciosas cabritas y me dijo que su nuera se encarga de ordeñarlas manualmente todos los días. 






Me despedí de Alejandro y seguí mi camino hacia el agua...




Camino hacia el agua, desaparecieron los nubarrones y salió un sol maravilloso, me senté en el tronco de una encina seca y allí pude escuchar el trino de un precioso pajarillo, mientras yo recargaba mis pilas con este sol tan amorosito que tenemos en Extremadura.
Le hice una foto al pajarillo, creo que es un jilguero. Saltando de una rama a otra me transmitió su alegría, estuve allí pensando que en aquéllos momentos era tan feliz que no necesitaba nada más...






Al llegar al "monolito" del alcornoque muerto, me encontré con la cabritillas de Angelito, las preciosas cabritas del pueblo más fotografiadas por mí.
Iba con ellas Pablo, el hijo de tío Ferino, gran amigo de mi padre y Pablo sin yo decirle nada me dijo:
Las personas deberíamos aprender de los animales..., no se complican la vida como lo hacemos nosotros...
Y..., siguió su camino...

 De repente una bandada de tímidas y esquivas grullas salieron despavoridas y como no se atrevían a pasar cerca de mí, una y otra vez volaban haciendo una elipse.
 Cuando yo, ya..., estaba lejos las seguía oyendo cantar o gritar, no sé yo..., si cantan..., o gritan asustadas.





A lo lejos, entre los alcornoques se veía el agua, el camino estaba muy descarnado de los arrastres de la lluvia y las raíces de las encinas culebreaban en la arena blanca del camino.





Como el año pasado, que también llovió muchísimo, el agua forma un inmenso lago y al fondo , creo ver una bandada de gansos y de patos.

Toqué el agua y estaba templadita, hice unas fotos y me volví para casa.
 En el camino de vuelta me encontré y salté muchos charcos y de repente entre los alcornoques, salió una bandada de palomas.






El domingo ya no fui sola, fuimos hacia el lince y llegamos hasta donde se corta la carretera y Granadilla está, en frente, a unos  200 metros nadando.

Allí mi hermano tiró a Jarita al agua, que no tenía muchas ganas de bañarse, después bajamos por los pinos bordeando las colas del pantano y nos encontramos con una gran bandada de gansos y de patos salvajes.





















 

Espero que os guste el paseo y un abrazo a todos mis lectores, que desde que ha nacido mi segunda nieta: Marina, la otra se llama Alba, (dos nombres preciosos, como ellas).
Pues, que os tengo un poco abandonados...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Precioso!! Me encanta leer tu blog. Sobretodo cuando hablas del pueblo y alrededores.

luz rodriguez dijo...

Que cultura tienes de aves, hierbas, ´´arboles.....
Eres una enciclopedia!!!!.
Muy bonito el paseo.
Como siempre, envidia sana de tus fines de semana.... Los mios tampoco son malos, pero son mas urbanos.
(no he puesto ni un acento, porque no se que pasa que me salen as´´i.....
Esto de la informática no es lo mio.
Besos, y tus nietas, que son mis sobrinas-nietas, preciosas.

Anónimo dijo...

Buenas
Cada vez te superas n tus maravillosas narraciones.
Embobaaa con las fotos y sobre todo con l cara de la vaca.
Besos
Mariche

Tomás dijo...

¡Qué envidia! ¡Qué chulas las fotos y qué bonito el campo! A ver si nos escapamos por ahí un fin de semana, aunque lo veo muy difícil.

Brígida Seguín Hernández dijo...

Tomás no te lo pienses tanto, sólo tradáis una horita.
Nos hacemos una excursión con bocatas y así aprovechamos más el día.
Un abrazo.