jueves, 28 de junio de 2012

Relatos de verano: Las Eras


                 
      
                              Rosaura, Rita, Vidalina, Inés, Jose Luis y mi prima Mariví



Ya no hay eras en mi pueblo..., ya no hay eras...
Primero porque ya nadie o casi nadie siembra trigo ni cebada, en las zonas de secano.
El motivo por el cual no se siembra es posible que sea porque se ha cambiado el modelo de producción, hace 50 años la zona de secano de Zarza estaba toda sembrada de cereales y ahora en esos campos pasta  ganado vacuno y lanar.
Se ha incrementado considerablemente el censo de estos animales.
 En segundo  lugar, ya no tienen sentido las eras... como se venían haciendo tradicionalmente. Como vemos en la foto de la entrada: la parva, los montones de paja, el trillo y los montones de grano de trigo, porque, afortunadamente, la mecanización del campo ha supuesto un gran avance y ya no existe la figura del "segaor", ni de la "era", ni de la "trilla".

Mis recuerdos de las eras que se montaban en los dos "legios" (Egidos) el de arriba y el de abajo siendo probablemente  las zonas más elevadas del pueblo para poder ventear  más fácilmente y así separar la paja del trigo.
Son unos recuerdos entrañables y en esta bonita foto que ha llegado a mis manos podemos ver como los niños disfrutaban en las eras aunque aquí los veamos posando...
Estoy segura que la foto la realizaría mi tío Pablo, que era un gran fotógrafo como habéis podido ver en este blog.

Lo que para los niños era una gran diversión para los hombres y mujeres que trabajaban en todo el proceso de segar, acarrear y trillar era un trabajo sobrehumano.
Trabajaban desde que salia el sol hasta que se ponía y para sofocar el calor contaban con un simple  botijo de agua fresca y un gran sombrero de paja, nada que ver con los segadores de ahora que tienen aire acondicionado en sus enormes segadoras (repito, afortunadamente aunque sea menos ecológico).
Sólo paraban a las horas de comer; las mujeres le llevaban el almuerzo por la mañana temprano, que consistía en unas sopas de patatas muy buenas, que un día os pondré la receta.
Cuando llegaba el mediodía volvían las mujeres con la comida, que consitía en un buen y refrescante gazpacho extremeño no triturado, la hogaza de pan, el "cacho de morcilla patatera o de calabaza, el "cacho" de tocino veteado y salado y de postre una enorme sandía.
Llegada la noche los agricultores con sus hijos y sus mujeres dormían en las eras, a mí nunca me dejó mi padre y me quedé con buenas ganas pues por las noches casi todos los niños del pueblo estaban en las eras jugando al escondite y luego se quedaban a dormir allí.

Por estas fechas cada agricultor llegaba al "legio" con su carro, tirado por mulos, completamente lleno de haces de trigo y cebada, descargaban las gavillas de cereales formando una gran cubo de varios metros de altura y otros tanto de anchura, y desde allí iban bajando los haces de trigo con los liendros ( unas horcas de madera especiales) y montaban la parva.
Una vez montada la parva, en forma circular, enganchaban el burro a la trilla y el tío Juan, o el tío Serafín o cualquier agricultor del pueblo, sentado en un tajo o banqueta de madera encima de la trilla, y con una vara larga iba guiando al burro para que diera vueltas y machacara las espigas. Y así La paja se iba poniendo suave y el grano se iba soltando.

Los muchachinos y muchachinas le decíamos al tío Juan, que nos dejara subir a la trilla..., y él gustosamente nos dejaba subir y dar unas cuantas vueltas.
Montar en la trilla  para nosotros era como subir al tío vivo de las ferias.
Una vez estaban bien trillados los haces de trigo, con el liendro, venteaban la paja y el trigo caía al suelo y la paja era llevada por el viento formando una gran montaña.
Disfrutábamos subiéndonos encima de la paja y deslizándonos por ella como si fuera un tobogán. Y no nos picaba nada...

También había otra forma mecánica de separar la paja y el trigo mediante una máquina aventadora.
Con una gran pala de madera iba el tío Pedro echando paladas en la máquina aventadora y otra persona le daba a una rueda-manivela, y  por arriba, por un tubo en forma de cañón, sacaba la paja, y por abajo en una gran manta de tiras caía el trigo limpio.
Hombres sudorosos pasaban el trigo a los sacos con un celemín (recipiente de medida, que podéis ver en el etnográfico de Zarza), los subían al carro y los llevaban a almacenar en el granero; para más tarde llevarlos a la fábrica de harina y una vez allí moler el trigo hasta convertirlo en harina y ser  utilizada para hacer el pan y toda clase de dulces.
La paja era almacenada en los pajares para alimentar a los animales.

La foto de trigales que pongo abajo es de campos de cereales de Salamanca, en concreto de la zona de los Montes Arapiles. En algunos pueblos de esta provincia siguen segando, acarreando y trillando el trigo de la manera tradiccional.




                                  Montes  Arapiles






                                  

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola , me he emocionado con esta descripción pues a mi también me encantaba;nos íbamos con Tío Carlos , gran persona , nos daba unas vueltas , qué felices !!! y luego por las tardes en el carro pa el río .Qué grandes recuerdos.

Mariche.

luz rodriguez garmon dijo...

Yo también tengo muy buenos recuerdos de la trilla. La hacíamos en nuestro San Miguel. La manejaba "Vicenti", y nos dejaba subir con él, y a veces lo hacíamos solos... Una vez me parece que la burra salío corriendo de la parva y nos caimos los que estuviéramos en ella, y se armó una buena... nos metía miendo con que habia habido accidentes de que si te pasaba la trilla por encima, te cortaba las piernas o los brazos....