viernes, 3 de enero de 2014

Vidalina y Paulina: las encinas parlanchinas













¡Vidalinaaaa...!
- ¿Qué…, qué... te pasa... Paulina?
-¿No has oído a los grillos gigantes?
-Paulina, no, no he oído nada, no ves que estoy muy malina..., ya no  tengo "hojas-orejillas" para escuchar... 
Mis "hojinas" pequeñas y picudas han desaparecido.
Este año ni siquiera me ha salido la candelita, y como consecuencia..., esta Navidad no he tenido bellotas.
Estoy tan cubierta de líquenes blanquecinos, que me estoy ahogando, ya apenas puedo respirar. 
 ¿No ves que parezco una vieja loca, canosa y despeinada...?
¿Cómo quieres que oiga a los grillos gigantes?
¿A caso están cerca?
-¡Sí! , Vidalina, no deben de andar muy lejos, los oigo cerca, muy cerca.
-Ayer vinieron cuatro hermosas grullas a comer mis bellotas y las oí "cantar": que apenas tenían comida, porque  una cuadrilla de humanos cargados  con "grillos gigantes" están cortando todas las encinas y alcornoques que están afectados por la enfermedad de la seca.
-¿Qué me dices?
-Lo que te digo Vidalina, esa es la purita realidad, aunque nos empeñemos en cerrar nuestras “hojinas-ojillos” y no querer verla.
Vamos a acabar todas como ellas, taladas sin misericordia, por nuestro hermosos troncos, a ras del suelo.
-¡Ay, ay…! Seguro que yo seré la próxima, Paulina. Estoy tan “seca” que ya no me salen ni las lágrimas de rocío, al amanecer.

Antes, antiguamente, ahora, en el otoño era la época de la poda, y nos hacían una buena limpia.
Nos cortaban con un hacha, silenciosamente y con tino,  todas las ramas seca, y eso contribuía a que no tuviéramos enfermedades, y que nuestras ramas nacieran más sanas y frondosas.
Ahora..., ahora, nos tienen abandonadas.
Si los humanos...,  en cuanto vieran nuestras ramitas, albinas, las podaran y las quemaran, esta enfermedad no nos afectaría tanto…

-Vidalina:  las grullas me “cantaron,” que los humanos les ponen un gran número en la panza de nuestras hermanas, y  ya marcadas no tienen escapatoria. No se andan con bromas...
-Entonces yo seré la próxima en ser  marcada con un número, lo veo venir  Paulina.
Me da tanta pena abandonar este bonito valle..., llevamos aquí por lo menos más 500 años, y ahora me temo que voy a desaparecer de aquí para siempre.
-No adelantes acontecimientos Vidalina que a lo mejor encuentran una medicina los humanos y te pones buena.

-Dirás nos ponemos, o  ¿no has visto las ramas de tus bajos..., que las tienes blancas, también…?
-No, no, no…, Vidalina, no puede ser yo estoy muy,  pero que muy sana.
-Así empecé yo, y mira como estoy ahora...
¡Abre tus “hojinas” de la cogolla y mira para arriba…!
-Ya las he abierto y ¿Qué?, no veo nada.
-Pues tú lo has dicho:
No ves nada, porque no hay nada.
-Es cierto.
 ¿Dónde están: don Anselmo, el repulido alcornoque, doña Licínia,  doña Flora, doña Dora, don Cipriano, doña Guadalupe, doña Cristeta, don Eufemio y doña Brígida, doña Elena y don Vidal, don Amadeo y doña Martina?
Sí, sí, todos eran fuertes y robustos, y daban exquisitos frutos que alimentaban a todos los cerdos del pueblo con sus ricas bellotas.
-¿Pero, no ves que aquí parece que sobra todo... No ves que nuestras bellotas se pudren en el suelo... que no las coge nadie ?
Menos mal que las grullas y los jabalíes siguen comiéndoselas, y así hacen que nos sintamos necesarias…
 Porque... si fuera por los humanos...
 Cada vez hacen que nos sintamos más insignificantes para ellos.
-Sí, por cierto, siguen sin comprender lo importante que somos para ellos...
- Somos su paisaje, y lo que es más importante, somos su pulmón.
- Bueno, no todos..., me han "cantado" las oropéndolas, que unos chicos jóvenes del pueblo, han montado una pequeña fábrica, y hacen una rica cerveza artesana, con sabor a bellotas y "cantan" que ha tenido mucho éxito. 
- Bueno, pues algo es algo...







-¡Vidalina…!
-¿Qué?
-Qué se acerca un humano, y trae algo en la mano, trae un cubo y lleva en la otra mano, como un rabo de zorra...
-No seas boba Paulina, eso se llama brocha.
-¿Brocha...? ¿Eso que se usa para pintar…?
-Sí, eso, calla, que estoy sintiendo en mi panza como si se deslizara un lagarto mojado.
Pero no es un lagarto mojado, está taponando mis poros y huele muy mal.
-Vidalina, cariño, te han pintado el número 5 en tu barrigocha.
-¡Ay, dios mío! Ya vienen a por mí los "grillos gigantes".
-No..., no llores, ya pensaremos algo.
-¿Algo, qué algo?
-Algo, algo, ya se me ocurrirá algo, Vidalina...
-Tendrá que ser rápido cada vez se oyen más cerca los grillos gigantes.
 -Ahora, sí que los oigo, querida amiga.





-Amiga Vidalina, está atardeciendo, a estas horas los humanos empiezan a  recogerse en sus casas, y se ha callado el grillo gigante.
-Menos mal, Paulina, me estaba dando una “taqui-savia”.
-¿Y qué vamos a hacer nosotras, yo lisiada y tú medio lisiada?
-No seas tan derrotista Vidalina, mientras haya vida hay esperanza.
Dentro de un rato vendrán a dormir aquí:
Doña lechuza, el “jabalín-encamao”, el milano, la guarrapina Jacinta, la cabrita saltarina y la vaquita parramplona.
 Y, despertaremos al lagarto Melquiades y a toda su tropa.
-¡Huy,huy! Como vas a despertar a Don Melquiades que está en plena  hibernación; se va a enfadar un montón, y se va a mosquear...
-Será mejor que  no se entere de nada..., y qué cuando se despierte..., se encuentre achicharrado en una fogata...
-Qué cosas tienes Vidalina..., esto es una emergencia... ¿Lo entiendes, amiga mía?
-Mira ya están aquí todos vamos a hablarles ahora mismo.
Queridos amigos:
Qué nuestra amiga lechuza, nos diga lo que los humanos han pintado en la panza de Vidalina:

- ¡Horror, le han pintado el número 5, esto es el final de tu vida, Vidalina…!
-No podemos permitirlo... Cabrita Saltarina, dale, por favor, un poco de calor a don lagarto a ver si se despierta, que lo necesitamos.
-¿Qué pasa, qué pasa..., por qué me despertáis? - dice el lagarto, adormilado-
-Hay una emergencia, amigo lagarto, a Vidalina le han marcado el nº  5 en su barrigocha y tenemos que pensar rápidamente en hacer algo para que mañana no la talen.
-¡Ay, ay, qué desgraciada soy... Cómo voy a morir tan joven, con sólo 500 años, cuando mi madre vivió más un siglo...!
-¡Calla, Vidalina, que tenemos que pensar!
-Pensar, pensar...Yo ya no puedo pensar.
-Nosotros lo haremos por ti.
-Mira eso nunca me ha gustado, pero estoy tan cansada que os dejo a vosotros que lo hagáis.
-Lo primero que tenemos que hacer es borrar ese número como sea... Debemos hacerlo rápidamente.
 Esta noche estamos de suerte hay luna llena y se ve muy bien.
-¡Pues bien! ¿Qué hacemos?
-¡Pensemos!
-Sólo se me ocurre una cosa, que a Vidalina no le va a gustar, pero no hay otra solución.
-¿Y qué es lo que a mí no me va a gustar... Paulina?
- Casi no me atrevo a decirlo, porque te conozco bien, y sé que eres muy "rechuplosa".
- ¡Dilo de una vez, Paulina!
- Pues… que debéis preparar un emplaste con las plastas de la vaquita Parramplona  y tapar el nº 5 con ella.
-Antes prefiero morir, a qué untéis mi panza con las plastas de la vaquita Parramplona.
- No seas boba, Vidalina, y déjate de cursilerías y pamplinas en estos momentos.
Pasaron toda la noche los amigos de Vidalina y Paulina tapando el nº 5, marcado en la panza de Vidalina.
 A la mañana siguiente se despertaron todos sobresaltados, cuando oyeron  cantar al "grillo gigante" en la dehesa.
 Los humanos pasaban con una enorme sierra dentada, eléctrica y ruidosa... 
Cuyo ruido confundían las encinas con el canto de un grillo gigante.
Pasaban los humanos, mirando a los lados del camino, y buscando los números pintados en las panzas de las encinas para talarlas.
Vidalina y Paulina tenían una “taqui-savia” tan fuerte, que se oía su agitada respiración en toda la dehesa.
Y, sus amigos los animalillos, salían de su descanso nocturno desperezándose debajo de ellas.
Los lagartos salieron todos de su hibernación ,y se colocaron, estratégicamente, en las ramas muertas de Vidalina, dándole el color verde de la vida..., y simulando ser hojitas espinosas.
 Y, como temblaban tanto por el frío que tenían los valientes lagartos,  parecía que el viento movía las hojitas de la encina.
Los humanos taladores, miraron con sus gafas protectoras, y pasaron de largo, no se dieron cuenta de que Vidalina, era la encina marcada para morir en diciembre del año 2013, cuando ella tan sólo tenía 500 añitos.

Vidalina y Paulina esperan que en el año el 2014, entrante... se encuentre una solución para su terrible enfermedad: 
La Seca.
Para seguir dando bellotas por Navidad y que sea un feliz año para todos los moradores de la dehesa.
Fin.
Brígida Seguín








                                Vidalina y Paulina: en la realidad, año 2013. (2020 ya no existen)



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