jueves, 28 de abril de 2011

Día de la Madre



Dedicada esta entrada a mi madre, para que nunca olvidemos que su vida no fue nada fácil...
Para agradecerle la plena dedicación: a su marido, hijos y nietos.
Y, pedirle perdón si alguna vez no estuve a la altura de las circunstancias




Mi madre, ha sido, y es una gran mujer, y como podemos apreciar en estas fotografías, su rostro refleja una belleza, serena, de rasgos dulces y delicados. 
Hogareña, muy trabajadora y muy práctica, dedicada exclusivamente a su marido, hijos y nietos, de tal manera, que no tuvo tiempo para ensoñaciones...




 Actualmente, mi madre tiene 92 años, y es dura como un roble, y delicada como una florecilla silvestre.
Se crio y vivió en la dehesa de  San Miguel con sus padres y diez hermanos.
Ella, era  la mayor, y no tuvo más remedio que ayudar a su madre con toda la prole.




En esta foto podemos verla arriba muy sonriente, al lado de su madre, que está dándole el pecho al penúltimo hijo.
Todos los niños que están delante, excepto los dos pastorcillos, eran sus hermanos. Sólo faltan tía Tofi y tía Vale.
Mi madre sólo pudo ir a la escuela un año y, en ese año, aprendió a leer, a escribir y las cuatro reglas. No tuvo más remedio que aprender rápido.
De soltera trabajó en el campo duramente.
En invierno montaban y cuidaban los criaderos de pimientos, tabaco y otras simientes.
En primavera, por  esta época, se  sembraban los  pimientos... Desde que salía el sol hasta que se ponía; sólo descansaban una hora para comer...
Dice, que la  rabadilla, llegaba un momento que no la sentía, se le entumecía.
También, nos dice que el sol calentaba como un "pelmazo", y que se  cubría el rostro y la cabeza con un gran pañuelo y un sombrero de paja  para que su piel blanca y delicada no se quemara.



                                             Su amiga Engracia y mi madre

 Los domingos y días de fiesta, días de descanso entre comillas, iba al pueblo, siempre después de hacer la colada semanal, es decir, después de ir a lavar toda la ropa al arroyo o al río.
En esos días, y escasos momentos de diversión, debió conocer a mi padre y se hicieron novios; fue su único novio, que yo sepa.
Cuando mi padre se casó con ella, siempre comentaba, un señor: que Eufemio se había llevado el mejor "tallo" de San Miguel. 

Nunca la vi echarse para atrás ante cualquier situación complicada, ni la hacía temblar ni el frío, ni el calor…
Mi madre casi nunca tiene frío, siempre dice:
 -Qué frío... ni qué ocho cuartos..., frío..., era el que pasaba yo... cuando tenía que romper el carámbano con una piedra para lavar la ropa en el arroyo.
Tampoco, siente mucho el calor, dice:
  -Calor..., calor... era el que pasaba yo..., regando los pimientos en los retamales, en pleno mes de julio a 40º grados a la sombra.
  -O, cogiendo garbanzos en pleno verano en las viñas...
 - O, yendo a llevarles la comida a los segadores a la era al medio día, con toda la "calorina". (Que casi siempre era gazpacho extremeño que ella misma  les hacía).
 Mi madre, lógicamente, no tiene ningún sentido bucólico del campo, no añora nada a San Miguel,  y no le gusta ir al campo...
Para ella la palabra "Campo", sólo tiene un sentido: "TRABAJO".
Y, estar en el campo sin trabajar, para ella, es como perder el tiempo...

María, Mi madre y Tere

Los trabajos, que se hacían antes en el campo eran muy duros, los medios de producción, las herramientas..., eran sus propias manos, sus brazos y sus costillas.
No olvidemos que la mecanización del campo fue muy posterior a su época. 
Es posible, que muchas personas de su generación, piensen de la misma manera...
Ella, tampoco entiende mucho, de la moda de ir, ahora, al campo y alojarse en casas rurales…
Ella dice:
-Qué... estamos como bobos..., qué no entiende que estemos todos los días trabajando... y cuando tenemos un día libre, nos vayamos al campo, y además, andando..., pudiendo ir en coche.

Y, que  comamos rodeados de moscas..., pudiendo comer en casa, cómodamente y fresquitos.



                          Mi madre y yo, no me saques una foto que estoy en bata...



Y... lo que ella ya no puede entender es, que se te ocurra ir un fin de semana a una de esas casas rurales que tienen animales, y que te inviten a laborear en el campo y a ordeñar  las vacas...
Ella dice:
-Vaya bobada..., de invitación..., a trabajar… allí..., entre  todas las pestilencias…
-Y, ¿encima, pagáis por ello...?
Vamos, lo veo y no lo creo…
¡La gente está ahora turulata!



                                                                        Su boda 


 Cuando se casó con mi padre dejó de trabajar en el campo, aunque no del todo, pues ellos sembraban en verano su huerto.
Tuvo ocho hijos, dos que murieron de pequeñitos, y dos abortos, que casi  se la llevan para el otro barrio, como dice ella.
Pero su naturaleza debe de ser buenísima porque salió adelante.
Los dos abortos y las fiebres altas, producidas por el paludismo son las únicas enfermedades que ha tenido.
Dice que el paludismo se lo curó un curandero del Casar de Palomero.
 Siempre nos cuenta, que la llevó mi padre muy enferma, montada en una burra hasta este pueblo; que está a unos veintitantos... km. de Zarza, y que en el camino se preparó una tormenta, y les cayó un gran chaparrón.
Cuenta, que mi padre, cuando la bajó de la burra, la llevó en brazos al curandero, porque ella no podía andar, de lo débil que estaba debido a las fiebres tan altas que tenía.
El caso es, como dice ella... que fue ir al curandero, tomarse los potingues que le recetó y curarse.
Y, debió de ser un gran antídoto contra todas las enfermedades, porque nunca está enferma.
         
 Cuando éramos pequeños, en verano, la acompañábamos a las viñas, después de la siesta, con toda la "calorina", a coger habas y garbanzos, e higos para los “guarrapinos”.
Ella, siempre, se encargaba de dar de comer a los "guarrapinos", y de cuidarlos para que engordaran bien, en la matanza estuvieran bien gordos.
Y, después de la matanza, se encargaba de la conservación de toda la chacina, morcillas, chorizos, lomos y jamones.
Le preparaba el "berbajo"(comida de los cerdos) con mondas de patatas cocidas, eran unos piensos de color marrón, revueltos con agua, recuerdo que olía fatal...
Cuando más disfrutaba haciendo la comida a los cerdos era en verano, les partía sandías "cacheteras" (pequeñitas, que se parten de un cachete). 
Según las iba partiendo, las que  salían dulces y jugosas  se las comía ella, y las "desaborías" para los cerdos. Así hasta que  llenaba el cubo...
También les hacía la comida a los perros de caza de mi padre. Esto le hacía menos gracia.
Le cocía arroz blanco, con las pieles de los pollos. Les decía: comed perruchos..., no le gustaban mucho los perros, delante de los demás, pero a solas, más de una vez, la hemos pillado acariciándolos....
Cuidaba de sus gallinas y pollos, que tenía en el corral al lado de la casa, les daba la comida, y le echaba el ojo al pollo que iba a caer el próximo domingo.
Vigilaba a la gallina clueca, que había subido al "sobrao" para que "engüerara".
En un barreño de  loza metía paja, y allí colocaba doce huevos, a los que le dibujaba una cruz con un lápiz, esto lo hacía, para que los huevos no se quedaran "güeros" si había tormentas.
Y por supuesto... se pasaba el día entero en la cocina, haciéndonos el desayuno, la comida y las cenas…
Qué..., como ya he comentado más de una vez, cuando éramos pequeños, a diario, se comía cocido, plato muy completo en aquellos tiempos: la sopa de fideos o de pan, los garbanzos, la verdura, la carne, el chorizo, la morcilla fina, el tocino y el relleno. (Con la comida de un solo día de entonces, tengo yo ahora para comer  una semana).
Los domingos cocinaba arroz con costillas adobadas o con  pollo.
Pollo, que le ayudábamos a coger del gallinero y una vez en la cocina, como ella decía..., le retorcía el gañote y se quedaba tan tranquila.
Ella, no se andaba ni con bobas..., ni con tontas...

Sus mejores platos, son las patatas cocidas con y sin carne, las patatas fritas, los estofados de carne y las roscas fritas.
Así, como mi padre pecaba de autoritario, mi madre era todo lo contrario, a la hora de la comida si teníamos la suerte de que mi padre llegara a comer más tarde, si veía que empezábamos a "esparramar" los garbanzos por el plato, nos preparaba un plato de patatas fritas con huevos frito.




Si hacía buen tiempo, por las tardes mi madre se ponían a coser y a  remendar en la solana del Cristo.
Se juntaban allí casi todas las vecinas, tía Tomasa, tía Upe, tía Máxima, tía Fructuosa, la Rosa, la Primi, la Antonia, la Sofía, la tía Riaja, etc… y allí cosían y hablaban sin parar.
En el cesto de la costura, nos tenía preparada la merienda, y cuando salíamos de la escuela íbamos directamente a la solana del Cristo a buscar la "meriendilla".
Y, nos quedábamos allí jugando al limbo que dibujábamos en el suelo, a la goma, a la comba o a los botones.




A mi madre siempre le han gustado las procesiones, cuando yo era muy pequeña, en primavera antes de la Semana Santa, venían al pueblo unos misioneros y celebraban el Rosario de la Aurora.
Mi madre me levantaba a las cinco de la mañana para asistir al rosario, y hacían una procesión, durante la cual se iba rezando y cantando en alto, en el más absoluto de los silencios a esas horas intempestivas:

 “Los que van al rosario no tienen frío”
 “Los que están en la cama están arrecíos”





Mi madre ha tenido una gran dependencia de mi padre y todo lo que hacía era para y por él.
Él, a cambio, la mimaba mucho, y para quitarle trabajo le iba comprando todos los electrodomésticos que iban saliendo: lavadora, lavavajillas…
La única diversión que tenía era ir al cine los domingos, siempre cargada de muchachos.
Y, a los toros en Junio en las ferias de Plasencia.
A ella le gusta contar..., que cuando mi padre la llevaba a los toros de  las  ferias de Plasencia en la moto..., llevaban montado entre los dos a mi hermano pequeño, y... si pasaba un camión, el corazón de Carlitos hacía: tac, tac, tac...

Creo que mi madre ha sido una mujer feliz. Yo siempre  recuerdo su cara sonriendo, cuando ella era joven, y nosotros  éramos pequeños...
Algún disgustillo, cuando mi padre se enredaba en los bares, pero se le pasaba rápido.
Nunca nos puso la mano encima, cómo era lo habitual en aquella época, y siempre nos tenía muy relimpios. (Véase en las fotos)



Mi prima Marite, Quique y yo

Parece fuerte, y es fuerte físicamente, pero se siente insegura en terreno desconocido.
Desde que murió mi padre, vive con nosotros, sus seis hijos.
Ella decidió estar un mes con cada uno.
Algo, ha cambiado su carácter, lógico..., con la edad…
Fue difícil para todos, la muerte de mi padre, pero para ella más.
Cada mes cambia de casa, de cama, de comidas, de hijos, de yernos, de nueras, de nietos...
Pero lo va sobrellevando muy bien.
Ellos, que llevaron una vida tan dura, lo sobrellevan todo bien...
A veces me dice:
Yo, ya quiero "cascar el poleo" pronto, e irme "pa" el otro barrio, esto es muy aburrido...
Tiene pocas, o ninguna afición. No tuvo tiempo para aficiones, sólo le gustan los culebrones de las series sudamericanas, las películas del Oeste y de cine de barrio. Pero cada vez oye peor y no lo lleva muy bien.
Y, se está haciendo pequeñita y menudita, aunque nos come muy  bien.
Todos intentamos que esté lo mejor posible.
Dónde más le gusta estar es en su pueblo, allí se da sus paseos y visita a sus hermanos y va misa los domingos con su amiga Margarita.

Felicidades Mami:

La queremos muchísimo.




Qué te he dicho... qué no me hagas más fotos...- me dice...



P/D: Esta publicación la hice antes de que mi madre muriera el 8 de Mayo del 2012. No hay un sólo día que no piense en ella.

9 comentarios:

luz rodriguez garmon dijo...

muy sencillo el relato y muy buena la selección de la música.
Me ha emocionado. será porque no tengo madre y soy madre.
Enhorabuena, cuñi.

Brígida Seguín Hernández dijo...

Sencillo, no puede ser de otra forma, así es ella y así era.sin recobecos, siempre se la ve venir...
Felicidades a tí, que eres una de las mamis más grande del mundo.
Besitos

Anónimo dijo...

mami, me ha encantado. Abuela es muy especial y tú más. Te quiero

Anónimo dijo...

Cuanto te quiero abuela.

Anónimo dijo...

Yo creo que Javier se debería cortar el pelo como Rober para darle una alegría a abuela.

Marga dijo...

Brígi, me ha encantado. Se te ha olvidado decir que también se desvivía por sus sobrinos. Yo doy fe de ello. Siempre que hemos ido a Zarza nos ha tratado fenomenal. A mi me encantaba ir allí a comer y a merendar, porque era a la carta. Un besazo.

Ana dijo...

Brigi, aunque hace tiempo que lo escribiste, hoy se lo he leído a mi madre, y me ha estado contando que se ve reflejada en lo que cuentas, que se acuerda que cuando tú madre y sus hermanos venían al pueblo de San Miguel, venían a casa de mi abuela Eugenia que era hermana de tu abuela Vitoria, y que era una vida como tú cuentas, muy diferente a ahora. Creo que con este relato, ha rememorado aquella época, y le han venido recuerdos que tenía un poco olvidados. Se ha acordado que tu abuela Vitoria le arreglaba el único vestido que tenía, por detrás, porque era muy respingona. Lo que es la memoria!!

Anónimo dijo...

Yo tuve la suerte de concerla y era una mujer excepcional Muy agradable con todos losamig@ desus hijos yo soy Richard unos delos amigos de sus hijos

Anónimo dijo...

Brigi, yo también la conocí mucho. Eran todos los días obligada visita con correo o sin él. Pero había que pasar a saludarla. Siempre tuve en ella un gran afecto. De toda la familia, por supuesto, pero ella era especial.
Qué podría decir de Eufemio: podría contar un sin fin de historias.
Un gran abrazo en la distancia para ellos y todas las Madres.