lunes, 26 de septiembre de 2011

LA CHARITU (3)










La charitu, camino al mercado, va  repasando  la lista de la compra que ha hecho, no quiere que se le olvide nada, últimamente su marido le repite constantemente que está como en la luna, que cuando no se le olvida la sal se le olvida el pollo, o, las pilas de la radio, o, el papel higiénico, o, el detergente para la lavadora, o, la bayeta para los cristales, o la crema de afeitar, o las maquinillas de afeitar, o, los plátanos, o, llamar a su cuñada para felicitarla en su cumpleaños y comprarle el regalo, o, el perejil, o, los ajos,  o, las cebollas, o, el pimentón, o, los morros, o lo que es peor se le olvida comprar las orejas... , que es su especialidad en el bar.
Y después de toda esta retahílas de "olvidos", que él enumera y le vocea como un energúmeno..., "ella" alguna vez se ha atrevido a decirle:

-¡Mira a ver..., si algún  día quieres ir tú... a comprar...!

-No empieces, que no tengo ganas de broncas, sooo... lista, que eres muy lista... y esa es toda su respuesta.
En esos momentos, la Charitu le daría una patada a la puerta y mandaría todo al carajo, pero traga saliva y  calla.
Esa saliva que traga, es como ácido nítrico y está dejando su estómago agujereado, cada gota que traga cargada de rabia contenida y de rencor va minando todo su aparato digestivo. 
Lo cual le provoca nauseas y mareos.

Las pocas veces que se atreve a contarle algo de su vida a su mejor amiga, la Nena, esta le dice: Hija mía tú no tienes remedio, tu problema es la gran adicción que tienes hacia tu marido, estas enganchada a él como podrías estar enganchada al tabaco, sabes que no te conviene seguir con él, porque no eres feliz pero no puedes dejarle.
Pero ella no quiere ni pensar  en la remota posibilidad de dejar a su marido, ella le quiere y sigue enamorada de él.
 A ella le gustaría, ella se conformaría, solamente, con que su marido fuera más amable, cariñoso y sobretodo que valorase más su trabajo y la respetara.
Que cuando la viera por las noches de "pinote", en la cocina, haciendo la cena, se levantara del sofá y fuera a ayudarla, y que cada día juntos pensaran en la comida que iban a hacer al día siguiente.
Lo de esta mañana, lo de tirarse un pedo y decirle que lo envasara al vació, ha sido el colmo...
Es guarro como el solo, entero..., entero..., tendría que envasarlo al vació y enviarlo por mensajería a su madre para que se lo quedara para siempre.

Cuando, Cahritu, llega al mercado  le cambia la cara y el semblante. Sus ojos brillan más y su mirada va de un puesto a otro queriendo ver, al instante, todo lo que tiene apuntado en su lista.
Todos los dependientes de los puestos la saludan cariñosamente y le dicen:

 Charitu cada día estas más guapa...

Ella sonriendo les da las gracias y sigue mirando la lista de la compra, no quiere  dejarse nada sin comprar.
A la puerta del mercado, al salir, compra un ramo de margaritas. Las flores le alegran la vista y la vida...
¿Qué sería el mundo sin flores? -piensa Charitu-.
No habría miel..., ni mermeladas..., ni pipas..., de los preciosos girasoles.
Tampoco habría frutas, ni verduras... 
 Hasta la vulgar cebolla tiene una preciosa flor... 
!Oh¡ ¿Y los cerezos...? Sin nuestro cerezo en flor, el valle no sería lo mismo..., y como consecuencia no podríamos saborear nuestras exquisitas cerezas.
Lo mismo ocurriría con los ciruelos, los manzanos, los perales, los almendros...
Sin flores el mundo sería estéril y no tendría sentido la primavera.

A pesar de los problemas y el poco tiempo que tiene Charitu, ella da rienda suelta a su imaginación y trata de imaginar un mundo sin flores y se agobia, de la misma forma que se agobia cuando intenta imaginar su hogar sin "ella".


Continuará...

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