viernes, 28 de octubre de 2011

La Chiquitía






Cuando yo era pequeña, por estas fechas, en el día de todos  los Santos se celebraba la "Chiquitía".

El día antes de la fiesta,  los monaguillos vestidos con sus sotanas rojas medio raídas y descoloridas... y encima de ellas con un roquete blanco con puntillas deshilachadas, iban de casa en casa pidiendo...

 Cargados con un costal de tela gruesa de algodón, y les seguían una comitiva de niños y niñas por todas las calles del pueblo.
Iban pidiendo a los vecinos: castañas, nueces, "engranaaas", higos secos y manzanas.

En unas casas les daban más, en otras menos y en algunas nada...

Después de recorrerse todo el pueblo, se dirigían hacia la iglesia... (Cada vez había más niños tras ellos, a mi me recordaba al cuento de La Flauta de Hamelin...) y allí depositaban las viandas que los vecinos les habían obsequiado generosamente .
En el campanario de la iglesia hacían una fogata y allí asaban los calbotes y se daban una gran panzada de comer frutos del otoño.

Los demás niños, en pandillas de amigos, nos íbamos a asar los calbotes al campo. 
Salíamos por la carretera del Guijo, carretera abajo hasta que nos adentrábamos por los caminos en la dehesa, y allí en cualquier sitio hacíamos una lumbre, y en un bote de conservas agujereado con una "púa" asábamos las castañas, que casi siempre se  nos carbonizaban, pero así y todo nos las comíamos. 

No hay nada más rico que un calbote bien asadito, un poco tostadito y calentito.

Con las manos negras como los tizones y la cara "entiznaa", pasábamos la tarde divinamente: comiendo calbotes, "engranás", higos secos y jugando a la comba, a pídola y al escondite...




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