jueves, 26 de mayo de 2011

Mi primera Comunión






Quiero contaros que mi  primera comunión, no pudo ser el día más importante y bonito de mi vida como me dijeron..., gracias a : una bonita "Corona", un vestido "Precioso", unos zapatos "Nuevos"  y unas estrictas normas religiosas de aquella época,  en 1961.
Lo recuerdo como el peor día de mi infancia, por mucho que me dijeran que iba a ser  el mejor día de mi vida.
Todo mi calvario empezó con las pruebas del vestido, que me hacía la modista.
La modista se llamaba Loren. Tenía el taller de costura en el primer piso de su casa,  estaba por encima de la iglesia, cerca de casa de mi tía María.
Cuando íbamos a la modista me gustaba ver los modelos de los vestidos en los figurines, y ver y tocar las telitas que estaban pegadas en el muestrario, trocitos de tela en forma rectangular con los bordes picoteaditos.
En el muestrario, las telas eran de vichy, de piqué, de algodón de seda, de organza, de tul.
Estampadas, de florecitas pequeñas, de flores grandes, de estampados geométricos, de listas, de rayas finas, mil rayas, de rayas gruesas, de cuadros grandes escoceses, de cuadritos, de pata de gallo y  lisas.
El modelo y la tela casi siempre lo elegían mis hermanas y en los vestidos normales las pruebas eran llevaderas pero las  pruebas para el vestido de la comunión  eran imposibles...
Tenía que estar subida en una silla de pie, un buen rato, completamente inmóvil, casi sin respirar, como una estatua de yeso.
Mientras tanto, la modista con un montón de alfileres metidos en su boca fruncida, los iba sacando con sus largas uñas pintadas de rojo, y con gran destreza los iba pinchando y ajustando al talle, a la sisa y al bajo del vestido.
 Yo..., a veces pensaba que se podía tragar algún alfiler, o peor todavía, que si le venía un estornudo los alfileres saldrían disparados y se me clavarían en las piernas.
Esto no ocurría nunca, por supuesto, pero de todas formas siempre acababan pinchándome cuando me sacaba el vestido.
Otra cosa que me ponía nerviosa era cuando recortaba con las tijeras el cuello y la sisa.
La modista, la Loren, me hizo el vestido para mi primera comunión muy bonito de organza con jaretitas.
Debajo del vestido llevaría, la ropa interior nueva, de punto blanco y el cancán con un aro.
En la cabeza, la corona de la boda de mi tía Vale, que, aunque era muy mona, no sé a quién se le ocurrió la brillante idea, ya que como veis en la foto me cortaban el pelo a lo garçon y para poder sujetar la corona necesitaron por lo menos 50 horquillas.
A propósito de la foto, fijaos en lo que se ve detrás del velo en la zona del pabellón auricular, no es un walkman..., es mi oreja..., que, ya me la podían haber disimulado un poco...
Los zapatos, eran de piel, por supuesto, blancos y nuevos y al final de la mañana ya me habían hecho unas ampollas insufribles.





 Por otro lado estaba la preparación religiosa, todas las tardes estudiábamos en la escuela  el catecismo con la maestra e íbamos una vez a la semana a la “doctrina “ a la iglesia.
Íbamos delante las niñas, agarradas de la mano, de dos en dos y detrás los niños, y al final las maestras y maestros.
E íbamos cantando a voces limpias esta canción:

Vamos niños al sagrario...
Que Jesús llorando está ...
Pero en viendo tantos niños...
Muy contento se pondrá...
No llores Jesús, no llores...
Que nos vas a hacer lloral....(llorar)
Y los niños de este pueblo te queremos consolal (consolar)





Cuando llegábamos a la puerta de la iglesia esperábamos que llegara el cura, D. Ramón, era  un cura muy exigente y autoritario, un cura “preconciliar”.
 D. Ramón, era alto, de piel muy blanca, ojos azules y pelo escaso y canoso peinado hacía atrás.
Vestido, siempre con sotana, aparecía por la calleja, camino de la iglesia, andando muy retieso, llevando en la mano el misal.  Moviendo la sotana ritmicamente al compás de sus pasos ligeros, y sin mirarnos, y sonriendo nos pasaba su  mano cerúlea para  que se la besáramos.
Yo siempre me quedaba rezagada, detrás del pelotón y no me acercaba, y como pasaba rápido ofreciendo su mano,  algunos niños  dejaban  el beso en el aire.
Una vez en la iglesia, empezaban las clases de la “Doctrina”, ahora se dice catequesis.
D. Ramón nos preguntaba en la “doctrina”el catecismo y como no te lo supieras te castigaba de rodillas en el altar.
Por suerte yo nunca estuve allí, porque me hubiera muerto de vergüenza.
El que siempre estaba de rodillas en el altar era mi primo Perico. Pero él..., afortunadamente, no sentía vergüenza.

Recuerdo que todos repasábamos en voz alta las normas para hacer una buena confesión, que eran las siguientes:

Decil los pecados al confesol.  (Decir los pecados al confesor)
Examen de conciencia.              (Examen de conciencia)
Dolol de los pecados                 (Dolor de los pecados)
Y cumplil la penitencia              ( y cumplir la penitencia)

A continuación las normas de la comunión:

Comulgal por pascua florida.       (Comulgar por pascua florida)
Gualdal el ayuno eucalistico        (Guardar el ayuno eucarístico)
"Isabel" a quien recibimos               (Y, saber a quién recibimos)

Entonces y ahora, a veces, en mi pueblo la R la convertimos en L. (A mi me encanta)
Y..., a mi no me cuadraba mucho esa "Isabel" que aparecía al final, ( "Isabel" a quién recibimos)  pero..., era mejor no preguntar, porque si lo habían explicado y no te habías enterado por estar distraída seguramente te caía una regañina o un bofetón.
El jueves, día de la Ascensión, era el día que se celebraba la primera comunión.
Llegaba el tan ansiado día y no sabía yo el día que me esperaba...
Nada más empezar el día nos levantaron a las cinco de la madrugada para ir  a la misa rezada, que se celebraba a esa hora para confesarnos.  Pues confesarse el día anterior... decían, que se corría el peligro de cometer un pecado y no poder comulgar,  y si lo hacías... ibas derecha al infierno, a las calderas de Pedro botero...


Después de confesarnos nos marchábamos a casa para que nos vistieran... con el vestido de la primera comunión .
A mí me vistieron mis hermanas pues mi madre estaba muy ocupada con bebe que acababa de nacer en marzo.
Y..., a continuación, todas guapas fuimos a la escuela de Doña Mari a desayunar chocolate con churros.
Las maestras querían controlar que desayunásemos dos horas antes de comulgar,  pues de lo contrario cometerías pecado mortal e irías derecha al infierno, a las calderas  de Pedro botero...
Y, digo yo..., que... qué suerte tuvimos de no mancharnos el vestido blanco inmaculado con un chorretón de chocolate, que  muy facilmente podía haber ocurrido al morder el churro...
Y..., buena se hubiera liado...
No recuerdo lo que hicimos esas dos horas antes de comulgar,  lo que sí recuerdo, es cuando subíamos hacia la iglesia en fila con los maestros y nuestros padres detrás, cantando:" vamos niños al sagrario..."

Hacía un día bueno, quiero decir, bueno sin lluvia, pero con un calor bochornoso insoportable.
El vestido tenía que ser de manga larga pues D. Ramón no permitía que nadie fuera a la iglesia en manga corta, sin velo y sin medias.
Si esto sucedía alguna vez, en una misa normal, él  siempre se daba cuenta.
Y Cuando estaba en medio del sermón, (nosotros contábamos la innumerables veces que decía los adjetivos "netamente"e "efetivamente"(efectivamente), que por entonces no sabíamos lo que significaban).
Y..., él,  sin dejar de hablar, iba oteando el horizonte y como viera a alguien sin velo, sin manguitos o sin medias,  poniendo el grito en el cielo le decía que se marchara a casa  y volviera a la iglesia como Dios manda...
¡No sabéis muy bien lo que era en verano ir a misa con rebeca, velo y medias...!
Y, si ya tenías la mala suerte de pillar una pulga,  y se te metía por dentro de la media, te acribillaba a picotazos, y tú..., sin poder hacer nada para matarla.
Entonces las pulgas vivían a sus anchas en el pueblo, ya que los guarrapinos las criaban en las casillas que estaban al lado de la casa.
Yo siempre fui un buen manjar para las pulgas, pulga que se le escapaba a alguien, pulga que me atacaba a mí, y digo atacaba...  (ya sólo de pensarlo me está picando todo el cuerpo), porque me dejaba el cuerpo lleno de ronchones.
Ya de jovencilla, cuando ya casi estaban erradicadas las pulgas, yendo yo en el metro en Madrid, sentí un picotazo, y me dije:
¿ También aquí.?  y, yo... que  ya era una experta en cazar pulgas, hasta en la oscuridad,  la cogí y fui todo el viaje con ella entre los dedos hasta que me bajé en el anden y cuando nadie me miraba, la cogí y la  espachurré con gran placer..., negra y gorda..., ya me está picando...
Pero, repito, y os  digo que una pulga en misa, y entre las medias para mí era un calvario.








Volviendo al día de la primera comunión, recuerdo  que  la iglesia  estaba muy  fresquita y aún recuerdo el olor a las azucenas, jazmines y alhelíes que embriagaban y adornaban  toda la iglesia.
Después de dos horas de misa salimos a la calle y nos marchamos a casa a comer.
Ese día mi madre había preparado cabrito frito con patatas fritas, pero antes de comer se invitaba a la familia a tomar dulces y chochos (altramuces) caseros.
Antes de comer pedí que me dejaran quitarme el vestido,  los zapatos y la corona.
Me dejaron quitarme todo menos la corona, ya que esta costaba mucho trabajo engancharla en los cuatro pelos que tenía.
 Y por la tarde, después de la siesta, tenía que subir a llevarles a todos los tíos y a mis padrinos un recordatorio de mi primera comunión.
Eso fue el remate, volver a ponerme..., los guantes, el cancán , el vestido y los zapatos, que ya me habían hecho rozaduras y a subir a la otra punta del pueblo que era donde vivían mis padrinos...
 Y cargada con el misal (este me gustaba mucho porque tenía las pastas de nácar y los dibujos eran de colores y dorados), el rosario blanco y el limosnero, emprendí el camino a regañadientes.
 Y..., una vez en la casa del familiar  le dabas el recordatorio y a continuación abrías el limosnero y te echaban una peseta o dos. ( No he pasado más vergüenza en mi vida...)
Cuando acabé de hacer el recorrido me bajé para casa y me despanzurré encima de la cama y llorando dije que por favor me quitaran todo, todo...
Y sobre todo la corona y los zapatos.
Y así se pasó el día tan largo y nada divertido de mi primera comunión.
El día de Corpus Cristhi me negué a vestirme otra vez con el traje y me escapé a San Miguel a bañarme en el arroyo.




                                    Mi promo Perico y Marivi 


                                                                    Mi hermano Quique
                                     Mi primo Toñin
                                                   Mi primo Angelito
                                               Mi prima Tere

Pero al año siguiente, cuando mi hermano Quique hizo su primera comunión, vino a Zarza el obispo a confirmar tuve que hacer la confirmación y tuve..., que volver a vestirme otra vez con el traje, menos mal que los zapatos ya se habían dado de sí.
Ahora, se añadía al calvario del traje, el miedo que nos metían los mayores diciéndonos esta cantinela:
El obispo de Coria me pegó un bofetón...
Para que me acordara del día de la confirmación...

Decían que cuando te acercabas a besarle el anillo te daba un bofetón. Y... yo estaba con más miedo que vergüenza esperando la bofetada, pero no fue así, fue un ligero toque en la mejilla.
 Se celebró en el "legío" de arriba una misa de campaña, donde todo el pueblo llevó flores, azucenas, calas, alhelíes, rosas etc... para adornar el altar improvisado que hicieron.

Los niños recibimos al obispo con estandartes de papel de seda de colorines y fue un agradable día de fiesta, al aire libre, donde D. Ramón y las maestras  no nos pudieron controlar tanto como ellos quisieran.






Mi hermana Tere 

Luz, Carmen, Enrique
Como dicen en mi pueblo: clase alta y picúa...


Enrique
Carlos con los ojos cerrados esperando el bofetón.


Luz

Carmen, Luz, choli, tolili y Chus



4 comentarios:

Anónimo dijo...

jejeje, ahora se levantan un poquito más tarde para ir a la peluquería.

Sigue siendo un día maravilloso para todos los niños por la gran cantidad de regalos que reciben.

Nines

luz rodriguez garmon dijo...

Brigi, me ha gustado mucho la historia de tu Comunión. Yo no la
> recuerdo tan mal como tú. No me acuerdo del madrugón, ni de los
> churros en la escuela de Doña Mari, ni de la ceremonia, ni la comunión
> en sí. Sólo me acuerdo de que cuando salí de misa, fui a casa de mis
> tíos y parientes con los recordatorios y la limosnera. Saqué 10
> pesetas (un capitalazo!!!) y luego me fuí al puesto de Tio Leonardo,
> con Choli y Chus, y la Tolili y la Mariquita (que no nos las
> despegábamos de encima), y les dije: "Elegid lo que queráis, que os
> invito".... Luego la comida en casa, y la tarta famosa de Moka con
> almendras laminadas por encima, que hacia mi madre en todos los
> cumpleaños (excepto en el mío, que como era en Agosto, la tarta se
> derretía, sin nevera, y hacíamos Helado al más puro estilo casero).
> Luego recuerdo que yo me creía una princesa con el vestido (heredado
> de Mayka en cambio estrené la diadema que era muy bonita), y daba
> vueltas sin parar y me arrodillaba en el suelo, para que me quedara
> todo pomposo a mi alrededor.... Alguien me regaló una medalla con la
> cadena de oro, y en una de estas vueltas, me enganché la cadena con un
> tirador del aparador, y se rompió y salió disparada la medalla, que
> como era chiquitita, y el salón era tan grande, ya no me acuerdo si
> la encontramos o no, pero el disgusto y la regañina que me llevé,
> fueron de aúpa.... y eso me amargó también un poco el día.
>
> Sigue con tu blog, que me entretiene mucho.

Brígida Seguín Hernández dijo...

Querida cuñi:no puedes acordarte por la sencilla razón de que la clase alta y picua a la que tu pertenecías, lo digo sin ánimo de ofender....y tu me conoces bien.....tomábais la primera comunión el día Corpus Cristhi, solas, sin el grupo de la escuela.
No se la razón, pero era así.

luz rodriguez garmon dijo...

Brigi, en la foto de mi coumnión que estoy en compañía, has cometido un error "irreparable", la que está a mi izquierda, no es la Mariquita.... es mi hermana CHOLI!!!!.(en aquella época no estaba borrada de nuestras vidas). La Mariquita, debió ir sólo al puesto de Tío Leonardo... y el que no está es Enrique... estaría en el Lejío de Arriba, jugando al fútbol...masticando el chicle del domingo. Otro día que lo vea apropiado te contaré la historia del chicle de Enrique de los domingos.